El 13 de enero de 1898 Émile Zola, un famoso
escritor francés de la época, realizó un alegato en favor del capitán Alfred
Dreyfus, injustamente acusado de traición por su mera condición de judío. Su
publicación, titulada J’accuse…! (en francés, Yo acuso) ha pasado a la
historia de la literatura como un ejemplo de lucha contra la injusticia
aplicada por ciertas administraciones gubernamentales, en este caso el Estado
Mayor del ejército francés.
Yo no soy escritor ni estoy a la altura de
Zola, pero voy a permitirme utilizar la esencia de su escrito de denuncia para difundir
un caso real de abuso de la compañía eléctrica española Iberdrola. Un ejemplo
que demuestra la indefensión que tienen muchas personas anónimas ante el poder
omnímodo que poseen estas compañías que proporcionan un recurso estratégico de
primera necesidad.
Hace unos años esas personas sólo podían
consolarse con sus amigos y conocidos. Hoy tenemos Internet y creo que los
creadores de contenido tenemos una obligación moral para intentar, al menos,
hacer de este lugar un sitio algo mejor. A continuación, os describiré el
problema de Antonio con Iberdrola.
Espero que la difusión de su caso (ahí
necesito toda la ayuda posible de vosotros, lectores), en primer lugar, sirva
para resolverle su problema particular. En segundo lugar, para concienciar a
las personas sobre la necesidad de exigir a las compañías eléctricas (en este
caso) no sólo la importancia de la energía limpia, sino también la necesidad de
un trato justo con sus clientes. En tercer lugar, este es un deseo personal, me
gustaría saber que ocurriría si Iberdrola comenzara a perder clientes de manera
exagerada con la única razón de haber mentido y engañado a Antonio. Porque cuando
leáis el caso de Antonio (el cual intenté transcribir todo lo fielmente que me
fue posible) seguro que os sentiréis aludidos en algún momento.
Vamos con la exposición del problema.