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domingo, 3 de julio de 2022

La conquista islámica de la Península ibérica fue sorprendentemente rápida


Uno de los mayores mitos relativos a la conquista islámica de la Península ibérica es la supuesta velocidad de la misma. Pierre Guichard se sorprendía de la “desconcertante facilidad de la conquista”, mientras que Hugh Kennedy subrayaba que la conquista fue “extremadamente veloz y exitosa”.

 

Estos argumentos fueron utilizados por los negacionistas de la conquista para indicar la imposibilidad de la misma preguntándose como los musulmanes lograron en unos pocos años hacer lo que a los romanos les había costado doscientos años.

 

A continuación, vamos a ver que rapidez y totalidad de la conquista son simples mitos. ¿Os interesa?

 

La pretendida rapidez con la que los musulmanes conquistaron el reino visigodo proviene de un error de interpretación de las fuentes documentales. Muchas colocan el fin del reino visigodo en el año 712, cuando se toma Toledo, su capital.

 


Ahora bien, esta interpretación supone obviar todas las formas de resistencia que se encontraron los conquistadores y que supusieron un gran retraso en la formalización de su poder. Los musulmanes se encontraron con numerosas localidades que prefirieron resistirse a su fuerza invasora, resistiendo durante años la dominación. Caso señero fue el de Huesca, cuya capitulación se llevó a cabo tras siete años de asedio (719). No fue un caso aislado, pero si nos sirve para demostrar que en los años iniciales no se tomó todo el reino visigodo.

 

Si nos fijamos, por ejemplo, en las derrotas que frenaron su avance por Europa (721 Toulouse, 722 Covadonga, 732 Poitiers) podemos interpretar que la conquista duró unos veinte años. Y esta cifra, siendo mucho más real que las manejadas por sectores negacionistas, nos permite contextualizar adecuadamente la conquista con otras realizadas por los musulmanes en Oriente Próximo. Si comparamos todas ellas veremos que no fue nada excepcional.

 

El otro mito que acompaña a los conquistadores musulmanes es el de la totalidad de la conquista. Tal como bien indica García Sanjuán en su libro: “la conquista musulmana no supuso una completa y directa sumisión de todo el territorio peninsular”.

 

Las fuentes no son nada claras a la hora de poder colocar los límites de la expansión inicial, siendo lo único claro que los conquistadores liquidaron la monarquía visigoda y que se instalaron en el sur peninsular de manera efectiva.

 

Las zonas de Cataluña, Portugal (extremo NW) y Galicia son mal conocidas. Sabemos que los conquistadores lograron extender su dominio por Zaragoza y Huesca, permitiéndose el paso de los Pirineos y atacando zonas de la actual Francia como Narbona, Toulouse o Carcasona.

 

Ahora bien, las noticias en el sector noroeste de la Península ibérica son muy escasas y confusas. Tanto fuentes castellanas como árabes coinciden en afirmar que, debió a la conquista musulmana, apareció un foco de resistencia en la zona de Asturias. Y a raíz del episodio de Covadonga sabemos que existía un gobernador musulmán en la ciudad de Gijón. Ahora bien, conocer si ello significó que existía un efectivo control sobre todo ese territorio norteño es algo de lo que se duda y discrepa.

 

Maíllo Salgado es uno de los defensores de esta corriente, la cual sostiene que los conquistadores musulmanes nunca llegaron a controlar de manera real el cuadrante montañoso del noroeste peninsular.  Duda mucho de la veracidad de las fuentes musulmanas que indican la presencia de Musa en Lugo o Asturias, realizando un detallado estudio donde fija los límites del avance real y efectivo de las fuerzas musulmanas.

 

Según este profesor, los musulmanes nunca llegaron más allá del sistema central. Las incursiones que se realizaron fueron esporádicas y nunca tuvieron ni asentamientos importantes ni un control político real de la zona norte.

 

Sea como fuere, lo que sabemos con certeza es que asturianos y gallegos se unirían a los hispano-visigodos huidos por la conquista, formalizando el germen de la resistencia que, más tarde, tendría con Pelayo y la victoria de Covadonga, su episodio más señero.

 

Implantado el emirato de Córdoba, una de sus principales deseos fue imponer su poder político sobre todo el territorio peninsular, algo que no se lograría hasta el siglo X con Abderramán III, cuando ya existían diversos reinos cristianos en el norte imposibles de erradicar por las fuerzas musulmanas.

 

Por tanto, ni la conquista fue rápida ni total de toda la Península ibérica.

 

Para saber más os recomiendo las siguientes lecturas:

 

Maíllo Salgado, F. Acerca de la conquista árabe de Hispania Imprecisiones, equívocos y patrañas. Trea, 2011.

García Sanjuán, A. La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado. Marcial Pons, 2013.

Fernández-Morera, D. El mito del paraíso andalusí. Almuzara,2018.

Arce, J. Esperando a los árabes. Los visigodos en Hispania. Marcial Pons, 2017.

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