Debo decir que nunca me gustaron las generalidades; y
mucho menos las asociadas al género. Pero sí que ha sido una constante en mi
vida escuchar a todas las mujeres que la peluquera no les hizo un trabajo
correcto. Sea cortar, teñir o vete tú a saber, el caso es que parece ser una
tendencia global el quejarse del resultado una vez que las mujeres salen de la
peluquería.
Generalmente las cosas suelen quedarse en unos cuantos
improperios, pero existen casos más graves en los que se han vivido situaciones
penosas. Y en todos ellos los protagonistas son, en vez de mujeres, hombres. En
2016, el peluquero de la barbería Donald's, en un centro comercial de Ciudad
San Cristóbal, Mixco (Guatemala) fue agredido físicamente porque se negó a
realizar un corte de pelo determinado al hijo del agresor.
En 2017 saltó la noticia de que un hombre egipcio de
42 años intentó apuñalar en el barrio de Villaverde (Madrid) a su peluquero por
haberle cobrado 9€ por el corte de pelo. Y más grave fue el apuñalamiento, en
plena calle, de un peluquero de Moscú por un cliente al que no le gustó ni el
corte de pelo ni el precio cobrado.
Y en 2018 llamó la atención el caso de un peluquero de
Bremen (Alemania) que fue rociado con gas pimienta por un cliente insatisfecho
con el corte de pelo realizado.
¿Es una tendencia actual quejarse del trabajo de los
peluqueros? ¿Y agredir a los peluqueros tras un mal trabajo? Vamos a ver que
no.