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domingo, 5 de julio de 2020

Los afrodisíacos no son perjudiciales para la salud


Si introducimos en un buscador afrodisíacos nos encontraremos con multitud de páginas que nos invitan a probar diferentes alimentos para potenciar nuestro deseo y/o potencia sexual. Entre los alimentos más comunes están el chocolate, las ostras, las fresas o especias como la canela.

Pero este tipo de alimentos no son más que placebos, pues ningún estudio científico serio ha demostrado un mejor desempeño sexual tras ingerirlos. Y tomar en exceso este tipo de alimentos puede generar otros problemas de salud.

Pero nada comparado con los problemas que pueden generar sustancias más fuertes que potencian el deseo sexual. Y parece que no aprendemos, pues ya en el pasado estas prácticas tuvieron funestos resultados. ¿Os interesa el tema?



Ya hemos indicado la mitología que envuelve a muchos alimentos supuestamente afrodisiacos. Y los peligros que conlleva tomarlos en exceso son bien conocidos. Por poner el ejemplo del chocolate, un exceso de la ingesta de este alimento, además de crearnos adición debido a la cafeína y la teobromina, supone aumentar considerablemente el aporte calórico normal y exceder el número de grasas saturadas recomendadas en nuestra dieta.

Otro nivel son los afrodisiacos que pretenden mejorar trastornos sexuales en hombres, tales como la disfunción eréctil (en España afecta a 1 de cada 5 hombres según estudios del AISD-AP, 2019). Existen opciones de herbolario, tipo Ginseng o Gingko.

No obstante, este tipo de potenciadores sexuales tienen peligros aún mayores. Si el Ginseng puede provocar insomnio, el Gingko interactúa con medicamentos como el ibuprofeno, lo que provoca efectos secundarios indeseados.

Pero es la Viagra, aunque no sea un afrodisiaco en sentido estricto, el que más problemas genera a personas con disfunciones eréctiles.

La famosa pastilla azul facilita la erección en los hombres, aunque es necesaria la estimulación o excitación sexual para que se produzca. De ahí que no podemos llamarlo, técnicamente, un afrodisiaco.

El compuesto principal de este fármaco, el sildenafilo, pretendía combatir enfermedades cardiovascualres. Pero en los ensayos clínicos comprobaron que sus efectos eran mínimos en ese aspecto. No obstante, en cuanto a erecciones masculinas la cosa era sorprendente. Y de un experimento fallido se pasó al mayor descubrimiento sexual del siglo XX.

Ahora bien, esta pastilla azul tiene, al igual que cualquier afrodisiaco natural, su lado oscuro. Personas con problemas cardiovasculares deben tener especial cuidado a la hora de ingerir esta pastilla y los científicos han constatado el peligro que supone su ingesta para ciertos pacientes.

En el año 2017, por ejemplo, en el Reino Unido murieron 19 personas debido al consumo de este producto. El dato era importante, pues rozaba el del año de mayores muertes, 20 en el año 2000.

Un afrodisiaco tan potente como peligroso es la denominada Piedra China. Este afrodisiaco ilegal contiene ingredientes derivados del veneno de sapo Bufo y bufoteina, un alucinógeno. Y las muertes por aplicarse tópicamente esta sustancia son un goteo constante a pesar de las advertencias de instituciones como el Centro para el Control de Envenenamiento (PCC).

Este tipo de soluciones afrodisiacas de urgencia, poco recomendables para la salud, ya existían en la antigüedad y fueron la causa probable de muerte de uno de nuestros más famosos monarcas: Fernando II de Aragón.

Fernando II de Aragón, el Católico. Kunsthistorisches Museum Wien.

Fernando el Católico, tras la muerte de su esposa Isabel, quedó en una posición muy comprometida en el Reino de Castilla. Aunque en el testamento de Isabel especificaba que su marido sería regente de Castilla de su hija Juana (la loca) hasta que su nieto Carlos, futuro emperador del Sacro Imperio Germánico, pudiera tomar la corona, la ambición de Felipe el Hermoso y la falta de apoyos entre muchos nobles castellanos lograron cambiar las tornas.

En noviembre de 1505, mediante la concordia de Salamanca, se acordó el gobierno conjunto de Felipe y su esposa Juana (la loca), como reyes, actuando Fernando como gobernador perpetuo. Pero Felipe no estaba por la labor de respetar el acuerdo y deseaba el reino para sí mismo. Tras llegar a la Península ibérica no tardaría en expulsar a Fernando de Castilla por medio de la Concordia de Villafáfila, firmada el 27 de junio de 1506.

Este acuerdo tendría muy poco recorrido debido a la temprana muerte de Felipe el Hermoso el 25 de septiembre de 1506, volviendo a asumir Fernando la regencia de Castilla debido a la demencia de su hija Juana y en espera de que pudiera acceder al trono el futuro Carlos I.

Fernando el Católico no estuvo quieto mientras le intentaban mover la silla real de Castilla. El 19 de octubre de 1505 se casó con una jovencita de 18 años, Germana de Foix, sobrina del Rey Luis XII, con la que lograba restar el apoyo francés a su yerno Felipe el Hermoso. La idea de Fernando era lograr que el futuro Carlos I heredase el trono de Aragón, lo que habría supuesto la división de los dos reinos más poderosos de la Península ibérica.

Y para lograr tal venganza maquiavélica Fernando necesitaba engendrar un hijo con Germana de Foix. En aquel momento contaba con 53 años y su deseo sexual no debía ser el de sus tiempos jóvenes. Por ello, al parecer, recurrió a un afrodisiaco natural llamado cantárida.

Esta sustancia, conocida desde la antigüedad, se obtenía de un escarabajo verde denominado mosca española (aunque, curiosamente, ni es una mosca ni procede de España). Al pobre insecto se le mataba, se le secaba y se reducía a polvo, obteniéndose una sustancia vasodilatadora con efectos muy similares a la actual Viagra.

Pedro Gargantilla, en su libro Enfermedades de los Reyes de España (La esfera de los libros, 2005) indica que pudo ser el exceso de este producto el que llevó al monarca a morir de hidropesía el 23 de enero de 1516.

El cronista del Reino de Aragón, Jerónimo Zurita, describe de este modo la causa de la muerte del monarca: “[Fue debido a un] feo potaje que la Reina le hizo dar para más habilitarle, que pudiese tener hijos. Esta enfermedad se fue agravando cada día, confirmándose en hidropesía con muchos desmayos, y mal de corazón: de donde creyeron algunos que le fueron dadas yerbas”.

Otros cronistas coinciden en que el día anterior a su muerte había consumido una elevada dosis de un “feo potaje” que, además de cantárida podía tener otros potenciadores sexuales como el testículo de toro. Y se cree que el exceso de estos productos es lo que le llevaría a la hemorragia cerebral que le terminó causando la muerte a la edad de 63 años en Madrigalejo (Cáceres).

La historia de la cantárida no termina aquí. Su uso se fue eliminando progresivamente debido a la multitud de efectos secundarios que provocaba (irritaciones gastrointestinales, molestias urinarias, muertes…), hasta que en el siglo XVIII volvió a estar de moda, aunque a su función de  afrodisíaco le añadió la de veneno.

Del peligro que contenía este afrodisiaco podemos hacernos una idea con el episodio atribuido al famoso Marques de Sade a finales del siglo XVIII. En una ocasión, en una orgía que organizó con prostitutas junto a su criado en Marsella, utilizó unas bolas de anís, seguramente los famosos caramelos Richelieu, que contenían cantárida para animar a las muchachas a realizar actos fuera de lo normal. A los días siguientes estas muchachas cayeron enfermas y se achacó a la cantárida, aunque nadie pudo demostrarlo en el juicio por más análisis que se realizaron.

De este episodio, seguramente magnificado por asuntos políticos, los rumores fueron creciendo, hasta publicarse en una gacetilla local, el Journal de Bachaumont, que Sade repartió caramelos de cantárida en una fiesta y que multitud de personas habían enfermado y muerto debido a ello.

Una última reseña a la cantárida la tenemos en la obra de Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, en donde describe los últimos instantes de Simón Bolívar, el famoso militar que logró la emancipación de numerosos países sudamericanos. Cuando estaba postrado en la cama en sus últimos momentos el doctor Révérend le aplicó parches de cantárida para absorber mejor los medicamentos administrados. Aunque muchos opinan que esta fue la razón de su muerte en los días siguientes.

Como conclusión, indicar que el uso de afrodisiacos peligrosos puede conllevar multitud de efectos perniciosos, e incluso la muerte. Pero que, a pesar de ello, siempre existen personas dispuestas a probar sustancias afrodisiacas para lograr sensaciones nuevas.

Afortunadamente, en la actualidad, el mayor potenciador sexual, la Viagra, se encuentra controlado por la prescripción médica (aunque esto está cambiando en multitud de países) y es relativamente económico y sencillo adquirirlo. Con todo, su uso no debe ser excesivo, pues puede conllevar otros problemas de salud.

Como dice el dicho popular: “Con demasía, aun lo mejor malo sería”.

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