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miércoles, 27 de mayo de 2020

Mis 5 visitas imprescindibles en Florencia

Cuando mi mujer y yo hablamos sobre Italia siempre termina surgiendo la misma discusión bizantina. Nos imaginamos a qué ciudad nos gustaría volver de este precioso país y nunca nos ponemos de acuerdo. Para mi mujer, Florencia es la ciudad más bella de todas las que ha visitado. En cambio, yo que no aprecio tanto el Renacimiento como ella, me decanto más por el caos medieval de Venecia o la antigüedad de Roma.

Sin duda, la gran cantidad de monumentos artísticos que posee Florencia es motivo suficiente como para definirla de esa manera. Y mucha culpa del gran recuerdo que tiene mi esposa de Florencia se debe a que cuando visitamos la ciudad tenía frescas aún las lecciones de mis asignaturas de arte moderno, pudiendo hacerle un experto tour por los palacios italianos y la arquitectura renacentista.

Para recordar la belleza que tiene esta ciudad y animaros a visitarla calmadamente os voy a describir mis cinco lugares preferidos de Florencia. ¿Os apetece descubrirlos?


Piazza del Duomo

Centro neurálgico religioso de la ciudad medieval, esta plaza acoge uno de los conjuntos arquitectónicos más conocidos en el mundo (junto a los de Pisa).

La Catedral de Santa María del Fiore, con el campanile de Giotto y la magnífica cúpula de Brunelleschi es el edificio principal de esta plaza.

La catedral es una de las más grandes del mundo (tras San Pedro de Roma, San Pablo de Londres y las catedrales de Sevilla y Milán) y lo más característico es su fachada multicromática de mármol y ladrillo. Las bandas alternadas en horizontal y vertical con mármoles multicolor: de Carrara (blanco), Prato (verde) y Siena (rojo) se vuelven a repetir en las decoraciones del baptisterio y del campanario de Giotto, lo que otorga unidad a todo el conjunto. A ello hay que sumar la decoración en mosaico de los tímpanos o los nichos con esculturas de los Apóstoles y la Virgen en el centro, a la que está consagrado todo el templo.

El interior de la catedral tiene acceso gratuito, lo que debería ponernos sobre aviso sobre el escaso valor que posee. Si la comparamos con la Catedral de Siena, por ejemplo, el alma se os caerá a los pies. No obstante, caben destacar los frescos de la cúpula (hay que subir más de 400 escalones para verlos) y las vistas que se obtienen de la ciudad desde lo alto de ella (esta visita es de pago), así como bajar a la cripta y rendir homenaje a Brunelleschi, enterrado allí.

La cúpula, realizada por Brunelleschi, fue una proeza de la época y una de las señas de identidad del Renacimiento. Inspirándose en la del Panteón de Roma, realizó un diseño de doble casco que prescindía del, hasta entonces, imprescindible armazón de madera. Esta doble cúpula (semiesférica en el interior y ojival en el exterior) apoyaba sobre el tambor octogonal con óculos y, a su vez, sobre el ábside, que quedaba reforzado con tres absidiolos. Además ideó un complejo sistema de contrarresto de fuerzas y aplicó el aparejo de materiales muy ligeros y resistentes trabajados en forma de espina de pez (a la manera romana). Todo ello logró que la cúpula se auto-sustentara, creando el inicio de la nueva arquitectura renacentista.

Pero no sólo es una proeza arquitectónica. Brunelleschi jugó en el exterior de la cúpula con el empleo de materiales de doble colorido para crear efectos bicromáticos: blancos los nervios del mármol y rojo de los plementos, en consonancia con el blanco y verde de los muros. Ello dio lugar a un curioso efecto figurativo y a una perspectiva centralizada en la cúpula. La linterna superior, también de Brunelleschi, actúa como punto de fuga y ofrece luz al interior del templo.



El campanario, realizado por Giotto, es el típico italiano. Se encuentra separado de la iglesia para evitar posibles daños por vibraciones, aunque su posición centrada con la fachada no es la habitual. Se piensa que fue ubicado aquí por las necesidades constructivas de la gran cúpula. Aunque se pensó que tuviera inicialmente más de 100 metros, la altura final quedó en 85. Destacar su profusa decoración en mármoles policromos, bajorrelieves y esculturas.

El Battisterio di San Giovanni (San Juan) con las famosas Puertas del Paraiso es la otra parada imprescindible en la plaza. Con una decoración similar a la fachada de la Catedral, aquí lo verdaderamente importante es admirar la decoración de sus puertas. Ghiberti realizó un espléndido trabajo en las Puertas norte, realizando 20 paneles con escenas del Nuevo Testamento y ocho más, los inferiores, que muestran a los cuatro evangelistas y las iglesias San Ambrosio, San Jerónimo, San Gregorio, y San Agustín. Los paneles están rodeados por un marco de hojas y bustos dorados de profetas en la intersección de los paneles. Datados en 1421, en estos relieves podemos observar grandes logros para plasmar la perspectiva, así como numerosas historias múltiples en cada escena, lo que nos obliga a un estudio detallado de los mismos.

Como curiosidad indicar que la denominación como Puertas del Paraíso se atribuye a Miguel Ángel, sin duda admirado por la belleza de las mismas, algo que un siglo después admiraba Vasari con estas palabras: “Innegablemente perfectas en cualquier sentido y debe ser colocada como la obra de arte más fina jamás creada”.



Aunque son reproducciones (los originales se encuentran cerca del Museo dell'Opera del Duomo), su admiración es realmente gratificante. Al igual que resulta muy recomendable poder entrar en el Baptisterio y admirar su magnífica cúpula decorada con mosaico con la famosa escena del Juico Final.

En las Puertas Sur podemos contemplar los 28 paneles realizados por Andrea Pisano en 1329. De menor calidad artística, los 20 paneles superiores se refieren a escenas de la vida de San Juan Bautista. Los ocho paneles inferiores, por su parte, retratan virtudes (esperanza, fe, caridad, humildad, fortaleza, templanza, justicia, y prudencia)

Por último, añadir otros edificios señeros que están en esta plaza, tales como la Loggia del Bigallo (imprescindible entrar para observar algunas joyas pictóricas florentinas de manera gratuita), el Palazzo Arcivescovile(con los espléndidos escudos de armas de León XI y de Augustine Bausa), el Palazzo Naldini (aquí Donatello tuvo su tienda por algún tiempo), el Museo dell'Opera del Duomo (imprescindible para ver piezas originales de la plaza) o el Palazzo Strozzi di Mantova(con la típica decoración mural post-renacentista).

Piazza dellaSignoria (Plaza de la Señoría)

Desde la plaza anterior, siguiendo recto la monumental Via del Calzaiuoli (y haciendo obligada parada en la Plaza de la República con su inconfundible carrusel) llegaremos sin problemas a la Plaza de la Señoría.

Se trata de una de las plazas más bonitas de la ciudad y sigue siendo, como hace siglos, el corazón de la vida social de Florencia. Si la Plaza del Duomo concentraba la función religiosa y la Plaza de la República la comercial, aquí residía el centro neurálgico de la política florentina medieval.

El Palazzo Vecchio(Palacio Viejo) fue el edificio administrativo más importante del medievo y, en mi opinión, el más monumental de toda la plaza. Arnolfo di cambio, su arquitecto, supo crear un modelo de palacio que tuvo gran éxito posteriormente, reinterpretando el modelo clásico de fortaleza medieval (patente por el macizo almohadillado de la fachada) con los añadidos ornamentales que tendrán éxito en épocas posteriores. La balconada superior o la torre de casi 95 metros crean un poderoso encanto atrayente.

Como curiosidad indicar que el balcón corrido sostenido por pequeños pilares y arcos, se caracteriza por los merletes de tipo güelfo (cuadrados), mientras que la Torre de Arnolfo tiene unos merletes de tipo gibelino (un pico invertido llamado "Cola de golondrina"). Una curiosa mezcolanza teniendo en cuenta la rivalidad de ambas facciones.



Debajo de la balconada fueron instalados una serie de emblemas relacionados con la ciudad y los güelfos. Necesitaréis el zoom de vuestra cámara o unos prismáticos para poder observarlos con detalle. Y la torre, descentrada de la fachada original por tener que aprovechar una construcción anterior, se corona con una veleta formada por un león rampante sosteniendo un bastón coronado por un lirio (el original está delante del Salón de los Quinientos).

Si el exterior resulta bello, arquitectónicamente hablando, su visita al interior os dejará sin palabras. El Salón de los Quinientos, decorado con los grandes frescos de GiorgoVasari, es el lugar más impresionante de todos. Su amplitud y la decoración que contiene, cubriendo paredes y techo, nos hace olvidar que aquella sala fue concebida para albergar a los representantes del Gran Consejo (compuesto por 500 miembros), el órgano de gobierno de la ciudad. Más bien pareciera una sala de un museo, pues a las pinturas se añaden diversas esculturas referentes a los trabajos de Hércules (especial atención a la de Hércules y Diomedes) o al Genio de La Victoria, una de las preferidas que realizó el gran Miguel Ángel.



Para los enamorados del misterio indicar que Vasari, en uno de los frescos (la Batalla de Marciano en Val di Chiana) dejó escritas las misteriosas palabras Cerca Trova, que significa “el que busca encuentra”. Aunque no es segura la interpretación de MaurizioSeracini, podría tratarse de una pista para encontrar un antiguo fresco encargado a Leonardo da Vinci e inacabado. Vasari, admirador de la obra de Leonardo, no habría osado destruir su obra y parece ser que realizó un nuevo muro adosado ocultando esta obra original.

El patio de Michelozzo, con su asombrosa decoración en estuco, o la majestuosa decoración de los llamados Cuartos Monumentales, en donde la magnitud de los frescos os dejarán sin palabras. En suma, una visita realmente imprescindible.

La Loggia dei Lanzi, también conocida como el Pórtico de los Lasquenetes, por haber acampado aquí este grupo de mercenarios del ejército de Carlos V, fue construido en el siglo XIV con el objeto de reunir a los principales funcionarios públicos.

Hoy día, en cambio, se ha convertido en una especie de galería de arte al aire libre, con estatuas que pertenecieron a la colección de los médici y entre las que sobresalen el Perseo (bronce) de Cellini, obra maestra del manierismo que posee el “encanto” de sostener la cabeza cortada de medusa apoyándose grácilmente en una sola pierna, y el Rapto de las Sabinas (mármol), de Gianbologna, primera obra concebida para admirarse en sus 360º. Hércules y el centauro Neso, obra también de Giambologna, junto a diversas muestras de arte escultórico clásico (romano) completan este museo en plena calle, siempre custodiado por los leones de los Medici, a ambos lados, símbolo de protección ante presencias negativas.

No son las únicas obras de arte que se exponen en esta magnífica plaza. Esculturas (réplicas como las anteriores) de Hércules y Caco, Judith y Holofernes y del famosos David de Miguel Ángel(original expuesta en la Galería de la Academina) se exponen en sucesión junto a la fachada del Palazzo Vecchio.A continuación la impresionante Fuente de Neptuno, primera fuente pública de la ciudad.

Por último destacar la estatua ecuestre de Cosme I de Médici, de nuevo obra de Giambologna . Gran duque y mecenas florentino, gracias a él hoy podemos admirar el Palacio Uffizi, el Palacio Pitti o los jardines de Bóboli, así como asombrarnos con las obras que financió a renombrados artistas como Vasari, Bronzino y Cellini.

Como curiosidad indicar que en esta plaza se llevaron a cabo numerosas celebraciones en el Medievo, como los fuegos artificiales para celebrar la Noche de San Juan o el juego llamado Giostra del Saracino (Justa del sarraceno), un espectáculo que se sigue realizando en la ciudad de Arezzo.

También se realizaron ejecuciones públicas, siendo la más famosa la del religioso Girolamo Savonarola y varios de sus discípulos en 1498, tal como reza una placa junto a la fuente.

Galería de arte Uffizi

Existen pocas galerías de arte en el mundo que contengan tantas obras maestras por metro cuadrado. Y no en vano es la pinacoteca más visitada de Italia y una de las más importantes de toda Europa.

Su colección de pinturas es una de las más antiguas e importantes, pues reúne las obras de los grandes artistas del final del medievo y del Renacimiento.

Especialmente importante, a mi entender, es admirar las salas dedicadas a Botticelli, con sus magníficas y universales La Primavera y El Nacimiento de Venus. Fueron las primeras obras de tema profano de gran formato yse concibieron bajo la influencia filosófica neoplatónica. En concreto, la segunda obra se interpreta como el nacimiento del Amor y de la belleza espiritual como la fuerza motriz de la vida.



La sala del Ducento posee numerosas tablas con los bizantinos dorados que tanto éxito tuvieron en la época. Paradas obligadas en esta sala son las representaciones de la llamada Majestad (la Virgen entronizada con el niño rodeada de ángeles y santos) por Duccio di Boninsegna (Madonna Rucellai), Cimabue (Maestà di Santa Trinitá) y Giotto (Maestà di Ognissanti).

La sala dedicada a Filippo Lippi tiene numerosas obras maestras de este artista aunque, en mi opinión, quedan ensombrecidas al admirar el Díptico del duque de Urbino, realizado por Piero della Francesca, colocado ahí por proximidad cronológica.

Obras maestras que merecen una contemplación minuciosa son La Batalla de San Romano (Paolo Uccello), La Venus de Urbino (Tiziano), La Madonna del jilguero (Rafael), El Tondo Doni (Miguel Ángel), La Anunciación (Leonardo da Vinci) oBaco (Caravaggio). Y como representación de artistas fuera de las fronteras italianas merece la pena destacar cuadros como La Lamentación y entierro de Cristo(Rogier van der Weyden),La Adoración de los magos (Alberto Durero) o Adán y Eva (Cranach el Viejo).

Y, por último, me gustaría destacar una obra sobre todas las demás, pues fue objeto de mi primer artículo científico: El papa León X y dos cardenales (Rafael). Tomando como ejemplo esta obra, en la que aparece un objeto óptico interpretado como una lupa, pude demostrar la importancia del trabajo interdisciplinar en la interpretación de las obras artísticas. Gracias al estudio de diferentes fuentes optométricas pude demostrar que el objeto que sujetaba el Papa no era una lupa, sino una lente monóculo para compensar la miopía magna que sufría este personaje. Si deseáis consultar el artículo lo tenéis en este enlace.






Ponte Vecchio

Existen pocos puentes tan famosos y fotografiados como el puente medieval florentino. Este puente lleno de comercios cruza el río Arno por su parte más estrecha, aunque cada uno de los tres arcos que le sostienen mide cerca de 30 metros.

Externamente resulta precioso, con sus fachadas de colores cálidos y su triple arquería central. Su irregularidad medieval no lo afea, sino que lo embellece a nuestra vista (ya cansada de la simetría renacentista que inunda la urbe). Interiormente, el caos medieval se sigue manteniendo en la variedad de puntos comerciales.

En el medievo, varios gremios ejercían aquí su actividad, principalmente carniceros o pescaderos, los cuales aprovechaban el río para lanzar sus desechos. Se supone que el gran éxito comercial del puente era porque no se debían pagar tasas.

El mal olor que producían estos comercios fue lo que llevó a Fernando I Médici a expulsarlos en 1593, siendo copado su lugar por los comerciantes de oro y joyeros. Hoy día aún continúan con su actividad, así como diversas tiendas especializadas en artículos de lujo. Nada recomendable para bolsillos pequeños.

Como curiosidad indicar que por la parte superior cruza el famoso corredor vasariano, una suerte de pasadizo utilizado por los poderosos Médicis para ir del Palacio Vecchio al Palacio Pitti, sin tener que salir a la calle y mezclarse con la plebe. Este añadido data del siglo XVI.



Entre las anécdotas históricas que rodean a este puente están tanto ser el posible origen del término Bancarrota (los soldados rompían el banco del comerciante que no podía pagar sus deudas, impidiéndole seguir con su actividad) como haber sido el único respetado por los alemanes en su retirada durante la II Guerra Mundial, al parecer, por orden expresa de Hitler.

En mi opinión, el mejor momento para observarlo es al atardecer, cuando una luz dorada lo baña por completo y su imagen queda reflejada por las aguas del río. El mirador cerca del Hotel Lungarno es excelente para tomar unas grandiosas fotografías.

Piazzale Michelangelo

Este es el mirador más famoso de la ciudad, desde donde se consiguen las vistas más impresionantes de Florencia. Parada obligada para todo turista enamorado de los tejados, la mejor manera para llegar hasta allí es mediante el autobús Nº12. De nuevo el atardecer, justo cuando hay menos turistas, es el mejor momento para observar una de las mejores vistas de toda Italia.

En el centro de la plaza existe una copia del David de Miguel Ángel a tamaño real, recuerdo del fallido proyecto inicial arquitectónico que consideraba crear un museo con las obras de Miguel Ángel.



A escasos metros de la plaza también podéis acercaros a la Basílica de San Miniato al Monte. Construida sobre un antiguo oratorio del siglo IV, su fachada sigue la típica arquitectura románica florentina que tanto habréis visto por la ciudad. No dejéis de visitar su interior, especialmente bello por los frescos que contiene así como por el mosaico de Cristo bendiciendo que corona el ábside central.

Normalmente suelo dejar espacio a una salida próxima a la ciudad que merece la pena realizar. Pero Florencia tiene tanto que ver (me ha quedado tanto por nombrar, tantos palacios e iglesias) que me resultó imposible apurar más. No obstante os voy a recomendar una salida cercana si pasáis varios días en Florencia.


Muchos os estaréis imaginando la ciudad de Pisa, que se encuentra a tiro de piedra de Florencia. No obstante, con ser un precioso lugar, a mí me gustó mucho más la también cercana ciudad de Siena. Si queréis conocer los encantos de esta bella ciudad os recomiendo la entrada en este mismo blog sobre esta ciudad (pinchar aquí).

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