En Madrid existe una enorme y variada oferta
turística. Las principales atracciones para los que visitan la capital de
España pasan por los museos (Prado, Reina Sofía…), los monumentos (Plaza Mayor,
Puerta del Sol…) y los edificios singulares (Palacio Real, Iglesias…).
Ahora bien, tal es la oferta y tan escasos los días
de vacaciones, que en muchas ocasiones ciertos lugares quedan ocultos por el
esplendor de los grandes hitos turísticos. Alguno de estos lugares son las excepcionales
casas-museo que existen en Madrid. Hoy voy a describir dos de ellas, cuya
visita siempre es un placer.
¿Os animáis a descubrirla?
Museo Sorolla
La primera casa-museo que os voy a recomendar es el recoleto Museo Sorolla, un museo dedicado al famoso pintor Joaquín Sorolla en la que fue su casa familiar.
La primera casa-museo que os voy a recomendar es el recoleto Museo Sorolla, un museo dedicado al famoso pintor Joaquín Sorolla en la que fue su casa familiar.
Esta vivienda fue ocupada por la familia Sorolla
desde 1911 y las habitaciones que vamos a visitar conservan la decoración que
tenía en aquel momento. Además, la obra pictórica del artista se distribuye en
ellas de manera simbiótica, lo que tiene como resultado un museo que posee
varias lecturas en sí mismo. Además, como la obra de Sorolla es muy demandada,
en cada visita puede que veamos un museo diferente, pues las obras se ceden y
se reubican periódicamente.
Nada más entrar a la vivienda vamos a encontrarnos el jardín, un lugar verdaderamente
bello y en el que se puede disfrutar sin entrada. Muchos madrileños se relajan
en este pequeño vergel alejándose del mundanal ruido. El jardín, en verdad, es
triple, pues posee varias zonas diferenciadas. Una, inspirada en el Jardín de
Troya del Alcázar de Sevilla, se encuentra enfrente del pórtico de entrada a la
vivienda y tiene como decoración una fuente antigua de mármol. Hacia nuestra
derecha se abre otra parte, la más bonita para mi gusto, que se inspira en el
Generalife granadino. En estilo neoárabe, una especie de riad longitudinal,
enmarcado por surtidores de agua, nos conduce a un banco situado junto a una
pequeña alberca, a los pies de una escultura clásica.
La tercera zona distintiva del jardín está formada
por un estanque y una pérgola, lugar en donde el pintor solía descansar.
Las entradas, cuando yo visité el museo, se sacaban
en un patio al fondo del jardín. Se
denomina andaluz por tener
decoración en zócalo de cerámica y tener expuestas en sus paredes multitud de
mobiliario y enseres cerámicos. En otros tiempos, en torno a este patio se
distribuían las salas domésticas, como la cocina, y servía para dar luz al
estudio del pintor.
Acceder al museo por el pórtico que da al jardín (no
es el itinerario recomendado) nos va a permitir vivir la experiencia de
aquellos invitados que visitaban la casa de Sorolla. El lujo que vamos a
encontrar en las salas domésticas de carácter público nos dejará sin aliento.
Además de ricos materiales, como el mármol, y un gusto exquisito en la
ordenación del espacio, con el recurso de columnas clásicas y amplios
ventanales al jardín, lo mejor es la decoración de las salas, llenas de
antigüedades y obras del artista.
En esta zona, además del espléndido salón con
rotonda acristalada, debemos fijarnos en el comedor. Antes de llegar a él debemos
pasar por el llamado antecomedor, un
lugar en el que debemos fijarnos en uno de los retratos más logrados de
Sorolla, Clotilde sentada en un sofá.
Ya en el comedor,
nuestros ojos deberían alzarse para poder contemplar en todo su esplendor un
magnífico friso que, a la manera de la decoración clásica romana, recorre toda
la zona superior de los muros, con guirnaldas de laureles y frutas junto a los
retratos de su mujer e hijas. La deslumbrante lámpara de Tifany fue encargada
por el pintor en Nueva York.
Desde el salón nuestro recorrido puede continuar
hacia el estudio del pintor, dejando
las escaleras que suben a la planta superior para el final. El estudio es, sin
duda, lo mejor del museo y podemos asegurar que se trata de uno de los mejor
conservados de Europa. En esta sala vamos a poder ver los utensilios de trabajo
de Sorolla, desde pinceles a caballetes y paletas, así como de objetos
artísticos y algunas de sus obras más representativas, como Paseo a orillas del mar. De esta sala,
lo más llamativo, es la luminosidad que posee, gracias a los ventanales y
claraboyas que se distribuyen por paredes y tejados. La luz crea un efecto
mágico en la enorme sala llena de objetos y obras del artista. Algo
imprescindible que ayudó a modelar la pintura de nuestro protagonista.
La personalidad de Sorolla aún se puede intuir en este
lugar debido a que conserva la decoración que tenía cuando vivía el autor.
Numerosos objetos artísticos se acumulan sobre los muebles y vitrinas de esta
estancia, pues a Sorolla le servían de inspiración. Os aseguro que esta sala no
os defraudará.
Conectando con el estudio se abren dos salas,
denominadas Sala I y II, que suelen
ser las primeras que se visitan en el recorrido habitual. Originalmente, la primera
sala servía como almacén de marcos y lienzos. No obstante, hoy en día cuelgan
de sus paredes rojas (color original) numerosos lienzos de Sorolla que nos
ayudan a entender su arte y evolución. Especialmente sorprendentes son Niños en la playa y El baño del caballo, por contener los elementos más característicos
de su luminoso estilo artístico.
Se trata de una especie de galería de arte al modo
tradicional en las que se suelen visitar en las pinacotecas. Por su parte, en
la Sala II, también decorada con obras del artista, nos vamos a encontrar su
antiguo despacho. Los muebles son originales y las obras seleccionadas
representan diversos miembros de su familia.
Por último, para terminar nuestro recorrido por la
casa de Sorolla deberemos volver hacia el salón y subir unas preciosas escaleras
de madera hacia la planta superior. En vida de Sorolla aquí se ubicaban las
habitaciones privadas de la familia, pero nada de ello veremos. En cambio, se
han acondicionado como cuatro salas expositivas de obras pictóricas. De forma
habitual aquí se celebran diversas exposiciones temporales que siempre tienen
alguna relación con Sorolla.
Y hasta aquí nuestra primera casa-museo madrileña.
Como veis, un excelente lugar a caballo entre la vivienda del pintor y una
pequeña pinacoteca en la cual descubrir su obra y estilo tan característico.
Museo Cerralbo
Museo Cerralbo
La segunda
vivienda que vamos a visitar, virtualmente, es el llamado Museo Cerralbo, una casa-palacio, situado en la céntrica zona de
Princesa, que nos va a trasladar al lujo que existía no hace tantos años entre
las clases altas de la capital.
El museo Cerralbo se ubica en la que fuera la
vivienda de Enrique de Aguilera y Gamboa
,XVII marqués de Cerralbo. Este importante personaje del siglo XIX fue un
importante historiador y excavador arqueológico, lo que en el siglo XIX suponía
recopilar, para su colección privada, numerosos objetos arqueológicos (tras su
muerte fueron donados al Estado). Por ello, visitar esta casa-museo supone
tanto descubrir una vivienda de la aristocracia de finales del siglo XIX como
admirar un curioso museo repleto de variadas piezas artísticas. No en vano, en
su época fue una de las más importantes y completas colecciones artísticas
privadas.
Esculturas, pinturas, cerámicas, muebles… conforman
un abigarrado conjunto que parecen seguir las ideas medievales del horror vacui, llenando de forma sobrecargada todas las
salas.
Tras adquirir nuestras entradas (existe un cupo
máximo de visitantes dentro de la casa), nos darán un cuaderno en el cual
podremos informarnos adecuadamente de los tesoros artísticos que la casa
alberga. Recordemos que ahora no vamos a tener al marqués para deleitarnos con
las explicaciones de sus objetos. Indicar también que, para los más pequeños,
el museo tiene un juego consistente en descubrir las salas en las que se alojan
diferentes objetos. Un juego divertido para entretener a los peques y que al
final tiene un pequeño regalo sorpresa.
La visita comenzará por la parte baja de la inmensa vivienda (denominada entresuelo).Se trata
de la planta en la que la familia realizaba su vida cotidiana.Ya en este
momento, al admirar la lujosa escalera que aparece nada más entrar en la casa
comprobaremos que estamos ante una especie de escenario. En efecto, el marqués
ideó esta vivienda como un lujoso continente para su valiosa colección de
piezas arqueológicas. Por tanto, dejémonos deslumbrar por la recargada
decoración realizada con los mejores materiales y objetos.
La primera sala que veremos será el Recibimiento de Verano, una alargada
estancia llena de cuadros y mobiliario del siglo XIX. Destacable es el reloj de
pesas llamado lanternclock (el más
antiguo de los 70 que veréis).
Os recomiendo atravesarla hasta el final y, a continuación, visitar el jardín. Se trata de un recoleto lugar donde recogerse y descansar junto al rumor del agua del pequeño estanque. Su corte clásico-romántico nada tiene que ver con el proyectado originalmente, pues sufrió numerosas modificaciones posteriores. Diversos bustos romanos, un capitel corintio y la copia en piedra, de un jabalí helenístico de la Galería Uffizi de Florencia otorgan al lugar un ambiente muy italiano.
Os recomiendo atravesarla hasta el final y, a continuación, visitar el jardín. Se trata de un recoleto lugar donde recogerse y descansar junto al rumor del agua del pequeño estanque. Su corte clásico-romántico nada tiene que ver con el proyectado originalmente, pues sufrió numerosas modificaciones posteriores. Diversos bustos romanos, un capitel corintio y la copia en piedra, de un jabalí helenístico de la Galería Uffizi de Florencia otorgan al lugar un ambiente muy italiano.
El resto de salas que veremos en esta planta y que
están más próximas al jardín, corresponden a diversos salones (cada uno denominado por el color de sus paredes) y el dormitorio del marqués. En todas estas
salas vamos a descubrir preciosas obras pictóricas (Ángeles cantores de L.
Carracci), elegantes muebles aristocráticos (lámpara de Bohemia con rubíes
rojos) y objetos muy curiosos (teléfono Ericsson que funcionaba como un
intercomunicador interno o el despertador a pilas).
Salón rojo, amarillo, rosa y habitación del Marqués de Cerralbo |
Atravesando el zaguán
con su escenográfica escalera, muestra del prestigio social adquirido por
sus propietarios, nos adentraremos en el recibidor de invierno, el cual nos
abre el camino para visitar un par de lujosos salones, los cuales contienen
llamativos objetos, tales como un espejo oscilante alemán, una gran mesa
despacho y un juego de zarf, una
suerte de soportes en forma de copa utilizados en los países orientales para sostener
una taza sin asa servida con café caliente.
La planta
superior, la principal, era el piso
destinado al protocolo y contiene la decoración más suntuosa y artística del
palacete. Se distribuye de forma similar al piso inferior, con una parte de
salas que se suceden y otras abiertas a un patio interior que permite múltiples
comunicaciones entre ellas, ideales para las multitudinarias fiestas que allí
tenían lugar.
Entre las salas principales me gustaría destacar las
que albergan la armería, pues en
ellas se reúnen objetos de toda índole, desde falcatas ibéricas en vitrinas a
trajes de guerreros samuráis, pasando por multitud de espadas, armaduras y
arcabuces. El gusto romántico por lo exótico se reúne en la sala árabe, con multitud de objetos
provenientes del Lejano Oriente. En el llamado Salón Estufa, por su parte, veremos un gabinete de coleccionismo de
importantes objetos antiguos, como objetos prehistóricos, cerámicas griegas y armas
ibéricas.
El comedor de
gala, testigo de suntuosos banquetes y fiestas, es otro lugar destacado. En
el vamos a poder ver e lujo de la vajilla y las enormes y decoradas piezas en
las que se disponían los distintos platos. A continuación veremos un par de
salas dedicadas al esparcimiento, una con una mesa de billar y otra, en
chaflán, concebida para la tertulia entre baile y baile. Aquí destaco la
pintura al fresco que decora las paredes, con imágenes campestres de siega y
bailes en la huerta valenciana.
Escenas campestres en el comedor de gala |
El cercano despacho
del marqués es otro lugar importante, pues en él reunió interesantes obras
pictóricas y objetos arqueológicos, los que consideraba que tenían un valor
especial.Destacar el Retrato de
Alessandro de Medici de Bronzino o una espada
de hoja pistiliforme, originaria de la Bretaña francesa y datada hacia el
1150 a.C.
A pesar de todo lo anterior, la última sala que
visitaremos y que nos dejará con la boca abierta es el Salón de Baile. Como bien indican en la información del museo, “decorado con paneles de ágata de
Granada,mármoles de los Pirineos y grandes espejos venecianos que multiplican
luces y reflejos hasta el infinito, el Salón de Baile constituye el broche final
de nuestro recorrido”.
Unos preciosos candelabros franceses con figuras de
niños, sillas tipo Chaise, bustos
clásicos, un reloj con péndulo y escultura de bronce, lujosos divanes… Todo en
esta sala fue concebido para deslumbrar a los que la visitaban y enmarcar las
fiestas y los bailes de salón allí celebrados.
Y cuando nos cansemos de admirar todo los objetos
que contiene la sala os recomiendo elevar la mirada al techo para poder
deleitarse con la pintura al óleo realizada por Juderías Caballero. Ideada como
una evocación romántica de la historia de la danza, el mismo marqués fue
representado en uno de los ángulos. Lo reconoceréis por su levita de rojo
intenso.
Tal como habréis adivinado, el marqués era un enamorado de las lámparas y de los relojes. Si agudizáis la vista durante la visita encontraréis multitud de lámparas, a cada cual más original, así como relojes de todo tipo. A continuación os dejo un par de collages con algunos de los que más me gustaron.
El Museo Cerralbo os dejará sin aliento en muchos
rincones y os permitirá haceros una idea de la diferencia social existente a
finales del siglo XIX entre las clases aristocráticas y aquellas humildes que
trabajaban en las incipientes fábricas de la Revolución Industrial o en los
campos de cultivo. De estos últimos no existen testimonios históricos ni museos,
pero todo el mundo conoce sus míseras vidas, ¿verdad?
INFORMACIÓN:
Dirección: Paseo del General Martínez Campos, 37.
Horarios de apertura:
De martes a sábados de 9:30 a 20:00 Domingos de
10:00 a 15:00
*Recordamos a nuestros visitantes que al menos
necesitan 45 minutos para visitar el Museo con lo que la última visita debería
comenzar a las 19:15.
Cerrado
Todos los lunes del año, 1 de enero, 6 de enero, 1
de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre, y dos festivos locales.
Horas punta: Martes a viernes de 11:00 a 13:00
Sábados de 11:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00 Domingo de 11:00 a 14:00
Horas valle: Martes a viernes de 18:00 a 20:00
Plano del museo: http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/dms/mecd/cultura-mecd/areas-cultura/museos/mc/nuestros-museos/guias/Plano-sorolla-es.pdf
Dirección: Calle Ventura Rodríguez, 17
Horario
De martes a sábado de 9:30 a 15:00
horas
Jueves, apertura extraordinaria por la
tarde de 17:00 a 20:00 horas.
Excepto festivos.
Domingos y festivos de 10:00 a 15:00
horas
Cerrado todos los lunes, y los días 1
y 6 de enero, 1 de mayo, 24,
25 y 31 de diciembre y una fiesta local
Entrada general: 3 euros
Entrada gratuita:
Sábados a partir de las 14:00 horas
Jueves de 17:00 a 20:00 horas
(apertura extraordinaria)
Todos los domingos
18 de mayo (Día Internacional de los
Museos)
12 de octubre (Fiesta Nacional de
España)
16 de noviembre (Día del Patrimonio
Mundial)
6 de diciembre (Día de la Constitución
Española)
Cuaderno del
museo: http://www.mecd.gob.es/mcerralbo/dms/museos/mcerralbo/la-casa-museo/cuaderno-salas/CS_espanol.pdf
Plano del museo: http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/dms/mecd/cultura-mecd/areas-cultura/museos/mc/nuestros-museos/guias/cerralbo-es.pdf
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