Una teoría muy asentada en el imaginario social es
aquella que defiende la extinción de la especie Neandertal como consecuencia
del cambio climático que se produjo en la Tierra en aquellos años.
Según los seguidores de esta hipótesis ambientalista,
los neandertales no fueron capaces de adaptarse a unos cambios en el clima,
cada vez más variable, que convertía sus bosques en estepas y reducía, cada vez
más, las grandes presas que solían cazar. ¿Pero cómo es posible que una especie
adaptada al frío más extremo no pueda superar un cambio climático glaciar? ¿Os
interesa saber más sobre este tema?
La teoría ambientalista respecto a la extinción de los
Neandertales ni es nueva ni es la única. Los paleoecólogos Clive Finlayson, del
Museo de Gibraltar, y José Carrión, de la Universidad de Murcia, publicaron sus
conclusiones en Trends in Ecology and Evolution allá por 2007.
Según esta hipótesis, los Neandertales no supieron
adaptarse a los continuos cambios climáticos del periodo prehistórico que les
vería extinguirse, y que provocaba que los bosques se convirtieran en estepas y
viceversa en periodos relativamente cortos (unos 100 años). Ellos, demasiado
corpulentos, no estaban preparados para cazar en espacios abiertos, y sus
poblaciones se fueron reduciendo a la par que sus presas habituales. El
aislamiento, con la emparejada falta de intercambio genético y endogamia,
terminaría diezmando a estas poblaciones hasta extinguirlas.
Y, por último, la llegada de otra especie (nosotros)
les terminó de dar la puntilla. El Homo Sapiens era más ágil para cazar en
espacios abiertos y desarrollaron armas para la caza a distancia que favoreció
la supervivencia de los individuos; con una ventaja demográfica patente (cada
vez llegaban más individuos de África) y una mejor explotación de los recursos,
terminaron imponiéndose al Neandertal.
En contra de esta teoría está Joseba Ríos-Garaizar, Investigador-Gestor
de colecciones líticas del CENIEH. Según sus palabras “Hay que romper con la idea de que los neandertales se extinguieron
básicamente porque eran incapaces de adaptarse a su medio ambiente y al clima”.
Sostiene sus afirmaciones en varios datos objetivos.
El primero es que los Neandertales vivieron durante más de 150.000 años en un
amplísimo territorio, comprendido entre Uzbekistán y Gibraltar; Esta especie
tuvo una gran variabilidad de poblaciones y habitó lugares geográficos con
características muy distintas, tanto en épocas glaciares durísimas como en
momentos casi tropicales, a los que fueron capaces de adaptarse gracias a una
cultura material y una tecnología que era variable y diferente, según las
situaciones a enfrentarse.
La idea de una especie bruta y bárbara casa bien con
la idea de la extinción climática pero no con los últimos conocimientos que
tenemos sobre los Neandertales. Gracias a los últimos estudios sabemos que no
era una especie muy diferente a la nuestra. Tenían solidaridad grupal, conocían
profundamente el medio en el que vivían, eran grandes cazadores y poseían un
concepto artístico o mental respecto al Más Allá muy similar al del Homo
Sapiens.
De no ser así sería difícil que algunas poblaciones de
Homo Sapiens se mezclaran con los Neandertales en una hibridación que la
ciencia ha terminado por confirmar. Según estudios genéticos, entre el 1 y el 4
por ciento del ADN en europeos y asiáticos es compartido con el antiguo ADN
Neandertal. Esta hibridación debió haber ocurrido tempranamente en la migración
de humanos modernos fuera de África, quizás en el Oriente Medio o Asia hace
unos 50.000 o 60.000 años. Fue una hibridación que siguió la regla de Haldane, en la cual sólo eran
fértiles las uniones entre las hembras Homo Sapiens con machos Neandertales (la
unión hembra Neandertal y Homo Sapiens macho era esteril y, por ello, no
compartimos ADN mitocondrial); además, sabemos también que no se produjo entre
un pequeño grupo colonizador Sapiens y un gran grupo Neandertal.
El verdadero peligro de extinción Neandertal por
causas climáticas ocurrió hace 70.000 años, cuando un empeoramiento climático
muy rápido, en un espacio de 4.000 o 5.000 años, provocó una extinción de
numerosos grupos que quedaron aislados. Pero superaron ese cuello de botella y
lograron recomponerse como especie.
Ahora bien, para cuando llegó el contacto con los Homo
Sapiens, hace unos 40.000 años, la especie Neandertal aún estaba convaleciente,
en un precario equilibrio que debió romper la llegada de la nueva especie que
competía por recursos y territorio con ella.
Más que exterminio racista (una teoría, en mi opinión,
anacrónica por intentar retrotraer a la Prehistoria conceptos y pensamientos
presentes), del cual no existen prácticamente prueba arqueológica alguna
(únicamente se considera este contexto en el yacimiento de Shanidar, Iraq), la
teoría de la exclusión competitiva está más asentada. Ahora bien, la
convivencia entre Neandertales y Homo Sapiens fue tan breve entre 2.600 y 5.400
años y, en algunos casos, inexistente, que cuesta afirmar categóricamente que
fuera culpa nuestra esta extinción (los últimos estudios, como el publicado en
Natura, 2014, The timing and spatiotemporal patterning of Neanderthal
disappearance, concluyen que los Neandertales se extinguieron en Europa
occidental hace 40.000 años, fecha aproximada de la llegada del Homo Sapiens a
este territorio).
Entonces, ¿por qué se extinguieron los Neandertales? Si
no fueron los cambios climáticos ni la llegada de los Homo Sapiens, ¿cómo
explicar la extinción de esta especie?
No existen respuestas sencillas a preguntas tan
complejas. Dependiendo del lugar en el que pongamos el foco numerosas variables
debieron influir para que los Neandertales se extinguieran. En algunos lugares
se extinguieron antes de tener contacto con Homo Sapiens, mientras que en otros
hubo hasta hibridación entre miembros de ambas especies. En unos casos el clima
pudo influir notablemente mientras que en otros casos, la llegada de un
competidor por los recursos; en otros escenarios pudo ser una conjunción de
ambos factores. O variables difíciles de cuantificar, como la introducción de
patógenos, por parte de los Homo Sapiens, a los que los Neandertales no
pudieron hacer frente (ejemplos históricos tenemos en la conquista de América
por el Imperio español).
Las explicaciones se suceden para intentar hallar
respuesta a unos de los misterios prehistóricos más interesantes. En 2017, Oren
Kolodny y Marcus Feldman, dos biólogos evolucionistas de la Universidad de
Stanford (EE.UU.), realizaron una simulación y concluyeron que fueron los
mayores movimientos migratorios de nuestra especie lo que provocó el fin
Neandertal. Según estos investigadores, la constante migración del Homo Sapiens
desde el continente africano hacia Europa fue suficiente para provocar el
reemplazo de los neandertales por los hombres modernos, sin necesidad de que
los primeros contaran con una ventaja evolutiva.
En 2018 otro estudio volvió a incidir en la
superioridad evolutiva del Homo Sapiens respecto al Neandertal. Según el
trabajo publicado en la revista Scientific Reports, aunque el cerebro de los
neandertales era más grande que el de nuestros ancestros, su cerebelo era
menor. El cerebelo está relacionado con funciones como la capacidad de
concentración, el desarrollo de la memoria, el aprendizaje o el procesamiento
del lenguaje; en pocas palabras, nuestros ancestros socializaban mejor y por
ello terminaron imponiéndose.
En realidad, aún falta mucha investigación para poder responder
a la pregunta que nos hacemos sobre la extinción de la especie más similar a la
nuestra en la Tierra. Lo seguro será que la respuesta multicausal explicará
gran parte de esta extinción. Y su interés radica en prevenir una extinción
similar en la que ahora seamos nosotros los protagonistas. ¿Por qué se
extinguieron los Neandertales y nosotros seguimos viviendo en la Tierra? Una
pregunta del pasado que podría responder nuestras futuras preocupaciones como
especie.
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