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martes, 13 de septiembre de 2016

Recensión del libro Los siete mitos de la conquista española

Durante mis años de estudiante en la UNED tuve que realizar numerosos trabajos, tales como comentarios de texto o recensiones de libros. Y dada la inclinación de este blog hacia las mentiras históricas creo apropiado compartir las conclusiones que obtuve de la lectura del libro Los siete mitos de la conquista española.

Además, si alguien necesita aún hacer algún tipo de trabajo o comentario relacionado con este libro, lo que leerá a continuación seguro que le ayudará.



Recesión del libro

Los siete mitos de la conquista española
                                                  Autor: Matthew Restall



INTRODUCCIÓN



El autor de esta obra nos ofrece un enfoque diferente sobre la conquista de América. El objetivo principal es desmontar varios mitos asentados como ciertos en el inconsciente colectivo, por el simple hecho de haber repetido una misma mentira a lo largo de los siglos. De forma ordenada y rigurosa el autor, en los 7 capítulos que consta el libro, nos muestra otra historia paralela a la habitual y demuestra con fuentes, no la veracidad de sus hipótesis, sino la imposibilidad de las historias tradicionales, meros mitos.

Restall es representante de la “Nueva Filología”, corriente que estudia la etnohistoria de Mesoamérica durante el periodo colonial. Estos investigadores se basan en las fuentes primarias en lenguas indígenas, subrayando un análisis filológico de las fuentes y enfatizando la importancia de las fuentes nativas para el conocimiento de los pueblos indígenas. Como eminente seguidor de Lockhart, el libro no deja de ser un ejemplo de cómo hacer historia a través de las fuentes, las cuales no pueden ser leídas literalmente, pues existe una subjetividad en ellas que ha de interpretarse adecuadamente, si no se quiere caer en la perduración de una serie de mitos. Todo esto lo veremos en la obra.

CAPÍTULO 1: EL MITO DE LOS HOMBRES EXCEPCIONALES

Restall comienza a responder a un pregunta que se entrelaza con varios de los mitos que trata en esta obra: ¿Cómo tan pocos hombres, “un puñado de aventureros”, lograron descubrir y conquistar América y sus “poderosos Imperios”? (pág.28). Para Restall, esta pregunta contiene dos falsedades. Ni eran pocos los conquistadores, ni destruyeron los Imperios indígenas como comúnmente se cree. Los distintos mitos analizados en el libro no dejan de ser contestaciones que sostienen la opinión del autor a esta pregunta.

La primera objeción  la desarrolla en el primer mito, donde Restall se posiciona contra la imagen mitificada de los protagonistas principales del descubrimiento y conquista de América: Cortés y Colón. Primero indica el origen de la magnificación de los personajes, una buena labor de investigación, para luego desmontar los mitos creados utilizando dos argumentos básicos: el contexto histórico donde se desarrollan los acontecimientos, que hacen diluirse a Colón y Cortés dentro de la magnitud del proceso histórico mundial (entiéndase europeo), y la crítica a las fuentes tradicionales (españolas en general y a las probanzas de mérito en particular), centrándose en la visión indígena de los hechos.

En las argumentaciones utilizadas para desmontar los mitos, el exceso de celo hace que sus conclusiones sean, cuanto menos, discutibles. Restall minimiza en exceso los logros de ambas figuras, lo que provoca que más que desmitificación objetiva, exista una profunda animadversión. Como hijo de mi tiempo, e influido por las tesis de la Historia del Mundo Actual (que ha revalorizado el género de la biografía), considero que un hecho histórico no puede explicarse sólo por medio de personajes históricos, pero tampoco pueden ningunearse y ceder todo el protagonismo al contexto histórico.

La desmitificación de Colón como marinero excepcional y adelantado a los conocimientos medievales de su época, ya existe desde hace años en el ámbito académico, pero aún falta por trasladarse al gran público general, lo que explica su incursión en este capítulo. También es acertada la inclusión de Colón en el proceso, protagonizado por Portugal, de descubrimiento de una ruta marítima para llegar a la India. Falta, no obstante, indicar la causa que motivó ese objetivo (el encarecimiento precio especias tras toma Constantinopla por los turcos en 1453) y todos los avances marítimos anteriores que posibilitaron la navegación atlántica.

La argumentación objetiva se vuelve animadversión en los siguientes párrafos, al interpretar el arresto de Colón como consecuencia del engaño que éste quiso hacer a los RRCC, diciéndoles que estaba en Asia (35), cuando la causa más plausible fue el desgobierno de La Española. Minimiza la figura de Colón afirmando que cualquier navegante hubiese llegado a América en menos de una década (36), sosteniendo su argumentación con el casual descubrimiento de Brasil por Cabral, cuando, en verdad, se discute la intencionalidad del viaje. Restall desea mostrarnos la imagen de un marinero del montón al que la fortuna le sonrió. Sin duda, no fue el marinero excepcional que la historia mitificada nos legó, pero tampoco un patán. Olvida Restall comentar la importante labor marinera que realizó Colón con Portugal, así como su poder de convicción para lograr la financiación necesaria para una empresa que nadie hubiese realizado. ¿Acaso Portugal, con el monopolio ruta africana a las Indias hubiese gastado tiempo y dinero en viajar a ciegas hacia el oeste? ¿Acaso Cabral hubiera descubierto Brasil sin haber tenido noticias del viaje anterior de Yáñez Pinzón por la zona?.

Respecto a Cortés, anula su excepcionalidad afirmando que todos sus actos se insertan dentro de un proceso de conquista cuyo modelo ya fue definido anteriormente, reduciendo la figura de Cortés a la de un mero burócrata que seguía una especie de manual de conquistador. Para Restall cualquiera hubiera conquistado México. Minimizar al máximo la figura de Cortés para contrarrestar la imagen mitificada no hace sino perpetuar el error desde el punto de vista opuesto. Coincido con Restall cuando afirma que la magnitud alcanzada por Cortés fue tan exagerada, que con su alargada sombra ocultó a muchos otros conquistadores relevantes (31), pero no comparto su visión negativa sobre Cortés y la minimización de sus hazañas por utilizar tácticas “modelo” de su época. En verdad, muchas tácticas ya fueron utilizadas en conquistas anteriores (p.e. los romanos buscaron eliminar a Viriato para anular a los Lusitanos) y ¿acaso debemos quitarle mérito a P. Cornelio Escipión Emiliano por tomar Numancia con tácticas ya utilizadas anteriormente? En este caso en concreto, fue el hombre y no el contexto quien varió la historia. Igualmente, a Cortés hay que valorarle su hazaña en su justa medida, sin magnificaciones ni desprecios.

CAPÍTULO 2: EL MITO DEL EJÉRCITO DEL REY

Restall aborda un mito que, al menos en la historiografía española, no es tal, y que en ningún caso existe en la conciencia popular. Por todos es sabido que Cortés no dirigía ningún ejército real y que su figura representa al clásico buscador de fortuna.

Desmonta el mito, de nuevo, analizando las fuentes. Su argumentación se basa en una mala traducción inglesa de las fuentes originales, pues los cambios militares a partir del S.XVI alteraron la imagen de los primeros conquistadores, siendo identificados erróneamente con soldados. Luego, el autor argumenta sobre por qué no son soldados, al carecer de  instrucción militar, jerarquía definida y no cobrar ningún salario. Por último, define al conquistador como un empresario armado en busca de fortuna y riqueza y nos da la imagen del conquistador tipo medio: un joven de clase media y formación variada que arriesgó todo en busca de fortuna. Resulta curiosa la similitud con los inmigrantes actuales, salvando las distancias.

Las argumentaciones que utiliza para desmontar el mito requieren dos matizaciones. En primer lugar, olvida Restall indicar que no hubo intencionalidad en las fuentes originales de infundir al error sobre la profesión de los conquistadores y que el mito sólo existió como error en la historiografía anglosajona. Por otro lado, respecto a la importancia de la redes de vasallaje en la formación de las huestes y proceso de conquista hay que indicar que esa visión tan sólo es una cara de la moneda. Precisamente, la rebeldía respecto a la jerarquía, la “traición” de Cortés a Velázquez, fue también un móvil importante del proceso de conquista.

CAPÍTULO 3: EL MITO DEL CONQUISTADOR BLANCO

Restall desmonta el mito por el cual se piensa que la conquista de América fue realizada exclusivamente por españoles, que además siempre tenían menor número de efectivos que sus enemigos. Los conquistadores invisibles, aquellos que ayudaron a la conquista y fueron olvidados por las crónicas oficiales fueron los indígenas y los negros africanos.

Restall nos muestra diversas fuentes indígenas que demuestran la participación junto a los españoles de varios pueblos americanos y nos da una imagen de la conquista distinta a la visión tradicional hispanocéntrica. Si seguimos las fuentes indígenas, los españoles se insertan como actores secundarios dentro de una guerra civil. Por ejemplo, Cortés sería utilizado por los Tlaxcalas en su guerra contra los Mexicas como mero instrumento para lograr su victoria. Esta visión no es sólo la de la participación indígena en las huestes españolas (que sin duda la hubo), sino la española dentro de las huestes nativas, explicando así la conquista por el contexto de guerra civil más que por capacidad de los españoles. Pretende igualar los intereses indígenas y españoles indicando que ambos se manipularon para lograr beneficios políticos concretos. Pero el resultado final de la conquista no sostiene su opinión. Las alianzas con los indígenas nos fueron en igualdad de condiciones, pues no existió un reparto igualitario tras la victoria. Los españoles dominaron a todos los pueblos indígenas, aliados o enemigos.

Los otros aliados invisibles fueron los negros africanos, dando Restall una imagen diferente de la del clásico esclavo importado para trabajar en las plantaciones. Abre pues la visión sobre este colectivo, cuya ocupación en las colonias españolas fue mucho más variada que en las anglosajonas. Con una buena labor de investigación, nos informa sobre la vida de varios de estos esclavos negros, que no sólo participaron activamente en la conquista, sino que lograron adquirir riquezas y cierto status social.

El autor sostiene que el mito del conquistador blanco fue creado por los mismos cronistas, al ignorar sistemáticamente el papel de los negros (92), pero creo que aquí Restall se equivoca. Los negros aparecen en las fuentes de varios cronistas, como Cieza de León, y los escasos indicios no deben interpretarse como ocultación sistemática, sino como caso anecdótico. Sin duda hubo negros entre los conquistadores, y algunos lograrían fama y fortuna, pero estos casos fueron excepcionales. (Restall solo encuentra 4 casos de negros que lograron una encomienda).

Tampoco respecto a los datos se muestra Restall muy concluyente. La única cifra, 100.000 africanos enviados a finales s.XVI, es un dato sin importancia respecto a la conquista. Luego sigue a Velázquez para sostener la presencia de esclavos negros en la conquista de Cuba (96), pero se contradice al citar a Bernal Díaz cuando informa de la escasez de negros en la conquista de México dado el elevado precio que tenían.

Por último, Restall considera negros africanos a todos sus ejemplos, pero salvo su lugar de nacimiento, los “Juanes” tenían más proximidad a los europeos que a los africanos.

Portada del libro Los siete mitos de la conquista española

CAPÍTULO 4: EL MITO DE LA COMPLETITUD DE LA CONQUISTA

En esta ocasión Restall desmitifica la conquista en el sentido de rapidez y completitud, argumentando de nuevo contra la pregunta inicial que se realizaba al inicio del libro. Y nos informa sobre el origen del mito, situado en las crónicas de los primeros conquistadores, deseosos de cobrar el contrato con la Corona. Esto solo era posible ante el éxito de su misión y la formación de una colonia viable económicamente. Restall pone como ejemplo la conquista de México (115). La toma de Tenochtitlán no fue el final conquista, sino el principio de la conquista de gran parte de Mesoamérica. El autor desgrana en 7 dimensiones la falsedad de la completitud: no fue rápida, hubo regiones marginales que nunca se conquistaron, no hubo verdadera pax colonial sino diversas formas de resistencia indígena, hubo un alto grado de autonomía indígena, falsa conversión al cristianismo y pervivencia de la cultura indígena (lengua, vestido…).

El concepto de conquista ha variado a lo largo de los años así como el de Imperio. En el Imperio español del S.XVI residían catalanes, portugueses, napolitanos, vascos, flamencos y multitud de”nacionalidades”, que por mantener lengua, cultura o autonomía en su gobierno no suponía que no estuviesen sujetos al Imperio español. 

Nada tiene que ver la centralización de los Austrias con la posterior de los Borbones, de la que somos herederos, por lo que debemos matizar la argumentación de Restall. 

Igualmente, la centralización del Imperio Mexica era todavía más laxa que la hispana, lo que explica que la toma de su capital no supusiera la caída de todos sus dominios. Sin duda, muchas partes de las posesiones españolas no estaban dominadas completamente, pero en muchas otras el dominio laxo se asemejaba al concepto imperial de la época. ¿Era el rey de Patones de Arriba independiente respecto a Felipe II y Castilla aún no estaba dominada completamente?

CAPÍTULO 5: EL MITO DE LA COMUNICACIÓN

Restall desmonta dos mitos, pues a lo largo de los siglos la historiografía ha variado sobre la comunicación entre españoles e indígenas desde la hipótesis del entendimiento total a la de la incomprensión absoluta. Se posiciona Restall en un punto intermedio, lo que provoca, a mi entender, que este capítulo sea el más objetivo del libro.

El mito de la comunicación surgió en las crónicas hispanas contemporáneas a la conquista. Según Restall, la tendencia hispana fue la de ignorar a los intérpretes y transmitir la idea de una comunicación plena. Aquí no puedo coincidir con el autor. Por un lado, existen varios documentos donde aparecen intérpretes y, de hecho, conocemos los nombres de varios de ellos como Malinche o Felipillo. Por otro lado, en el contexto general del S.XVI el multilingüismo era algo habitual, no sólo en África o las Indias Orientales, sino también dentro del inmenso Imperio español. Lo que Restall interpreta como omisión premeditada yo lo considero una omisión por obviedad, pues la traducción de un intérprete era algo que en la época se sobreentendía como habitual. 
No obstante, la posición de Restall le resulta válida no sólo para explicar el mito comunicativo, sino para refrendar sus opiniones en capítulos anteriores. (133)

La otra tendencia historiográfica, la del fallo comunicativo, tiene también su origen en el S.XVI, en los comentarios de Bartolomé de las Casas sobre la actitud de Colón con los indígenas Antillanos. Esta postura fue luego defendida por investigadores como Todorov o Clendinnen, que sostuvieron además que el eficaz uso de la palabra y la posesión de escritura por parte de los españoles les hacían superiores respecto a los indígenas, explicando así la conquista. En este caso coincido con Restall al criticar esta postura colonialista, y considero que da en el clavo al indicar que los grandes imperios tenían escritura (los Quipu andinos), que la transmisión oral es tan adecuada como la escrita y que los españoles no tenían más información que los indígenas al encontrarse.

Los encuentros entre Cortés y Moctezuma y entre Pizarro y Atahualpa son considerados como los símbolos del choque de culturas, y Restall los utiliza para demostrar que hubo tanto comunicación como fallo comunicativo. Analizando todas las fuentes relativas a los encuentros, nos demuestra como existió comunicación en el deseo de transmitir que el encuentro fuera amistoso, pero también incomunicación a la hora de interpretar el discurso señorial de Moctezuma (transmitía lo opuesto a lo que pensaba), o comprender el documento del Requerimiento. Sin duda hubo fallos comunicativos, pero éstos ni explican la conquista ni fueron siempre favorables a los españoles.

CAPÍTULO 6: EL MITO DE LA DEVASTACIÓN INDÍGENA

Restall asume en este capítulo una posición muy comprometida, pues niega uno de los mitos más aceptados, el de la devastación población indígena como consecuencia de la conquista. Comienza criticando la falsa percepción de la cultura indígena por parte de los europeos y demuestra el error desmontando otro mito comúnmente aceptado, el de la consideración de los españoles, por parte de los indígenas, como dioses. Restall explica como una confusión en la traducción de varios términos hicieron que se interpretase de forma literal expresiones con sentido figurado (168). Sin rebatir al autor, pienso que minimiza en exceso la impresión que causaron los europeos en los indígenas, aunque coincido en que ello no llevó a la parálisis ni al sobrecogimiento.

A continuación, Restall niega la devastación indígena, separando la demográfica de la cultural. Asume el devastador declive demográfico (185), aunque lo matiza negando intencionalidad,  pero niega la posición defendida por la Leyenda Negra (otro mito más) en la cual la destrucción y despoblación llevaron a la anomia y destrucción cultural. 

Para ello nos muestra diversos aspectos donde se demuestra la adaptación y pervivencia cultural indígena: festividades, Títulos, asunción cabildo municipal… Restall concluye que no hubo desaparición cultural indígena, sino adaptación y pervivencia.

En mi opinión, Restall minimiza en exceso la crisis de pensamiento que tuvieron que sufrir los indígenas y la influencia devastadora del descenso demográfico sobre la cultura en general. Y, además, mantiene un mito subyacente, el de considerar a los indígenas como una masa uniforme, cuando en realidad existía una gran diversidad cultural. Centrándonos en ella, la postura de Restall debe ser matizada, pues sí existió genocidio y devastación cultural completa en ciertas islas antillanas, donde las culturas autóctonas no tenían el mismo grado de desarrollo que las de los grandes imperios.

CAPÍTULO 7: EL MITO DE LA SUPERIORIDAD ESPAÑOLA

Restall niega la explicación dada comúnmente a la conquista, la cual se atribuye a una superioridad española respecto a los indígenas: civilización frente a barbarie (191). 

Restall comienza negando la superioridad divina española, una idea de franciscanos y dominicos para explicar la conquista como voluntad divina a base de milagros. 

También nos recuerda la falsedad de la parálisis indígena (por la falsa consideración de los españoles como dioses), la igualdad cultural y la matización que requiere la supuesta superioridad armamentística. Según el autor, los conquistadores eran igual de supersticiosos que los indígenas (pues creían obrar en nombre de la cruz) y su analfabetismo no les hacía culturalmente superiores. La relativa superioridad armamentística se reduce al uso del acero (203), pues animales y pólvora no supusieron una ventaja abrumadora al no poder usarse masivamente. El autor concluye que fueron las enfermedades, la desunión indígena y el acero las causas objetivas de la conquista.

En mi opinión Restall vuelve a cometer el error de extremarse en sus opiniones. Respecto a las culturas, sin duda ambas sociedades estaban influenciadas por el componente religioso, pero no se pueden comparar en igualdad de condiciones, pues las indígenas estaban más próximas al europeo medieval del S.X que al conquistador renacentista. Y esto sólo es válido para los grandes imperios.

Otorga un papel decisivo a las enfermedades en la conquista, aunque solo se centra en las bajas indígenas. Olvida las numerosas bajas españolas por la misma causa. Si tenemos en cuenta las grandes diferencias de efectivos, este aspecto no es tan decisivo.
La desunión indígena existía y ayudó a la conquista, pero de no haber existido los españoles la hubieran fomentado. El “divide y vencerás” es una táctica que siempre se ha usado en todas las conquistas.

Respecto a la superioridad armamentística, Restall intenta desmitificarla colocándose en el extremo opuesto. Sin duda la superioridad fue relativa pero no hay que minimizar la ventaja de las armas de fuego o los animales por el mero hecho del clima húmedo (¿acaso Flandes tiene un clima seco?) o de la copia indígena (¿Cuántos años hace falta para que alguien aprenda no sólo a montar a caballo, sino a dirigirlo en combate?).

CONCLUSION

A pesar de omitir la historiografía en castellano, sostener posturas discutibles (negar superioridad española, animadversión hacia conquistadores) y dar importancia a aspectos secundarios (papel negros, plenitud conquista), resulta una interesante propuesta que revisa desde otra óptica aspectos clásicos de la conquista española.
 

15 comentarios:

  1. Hola. Si leyeras los datos concluyentes aportados por la doctora Lynne Guitar y el genetista Martínez-Cruzado, se te caería el mito de la desaparición física y cultural de pueblos antillanos como los taínos. Debes actualizar información en ese sentido. Saludos rafaelianos.

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    1. Hola Rafael, gracias por tu valiosa aportación.
      Este es un tema en el que no volví a profundizar desde que terminé los estudios.
      Los estudios que indicas están en la red? Si es así, podrías indicar el enlace?

      Muchas gracias

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    2. Hola de nuevo, Diego. Dispongo de una extensa bibliografía digital en ese sentido, pero te dejo aquí, en tu blog, los enlaces que considero más importantes al respecto. Este es un tema que me apasiona desde la adolescencia y sobre el cual aún hay muchísimo que escribir y divulgar. ¡Hasta pronto!

      http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/losespanolesnoexterminaronalostainos-columna-2243138/

      http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/barreiro_jose/mas_alla_del_mito_de_la_extincion.htm

      http://www.suncaribbean.net/rd_laisla_tiempo_preist_tainos_cultura.htm

      https://es.scribd.com/document/24686960/EL-MITO-DE-LA-EXTINCION-TAINA-Dra-Lynne-Guitar#from_embed

      https://osvielcastro.wordpress.com/2010/10/03/%C2%BFhay-todavia-aborigenes-en-cuba-i/

      https://osvielcastro.wordpress.com/2010/10/05/%C2%BFhay-todavia-aborigenes-en-cuba-ii/

      https://osvielcastro.wordpress.com/2010/10/06/%C2%BFtodavia-hay-aborigenes-en-cuba-iii-y-final/

      http://www.agn.gov.do/sites/default/files/libros/pdfs/vol%20108.%20Rep%C3%83%C2%BAblica%20Dominicana%2C%20Identidad%20y%20Herencias%20Etnoculturales%20Ind%C3%83%C2%ADgenas.%20J.%20Jes%C3%83%C2%BAs%20Mar%C3%83%C2%ADa%20Serna%20Moreno.pdf

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  2. De nuevo gracias por tu aportación.

    Los leeré tranquilamente.

    Saludos

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  3. Gracias a ti. Lo cierto es que no hubo genocidio, de acuerdo con la definición jurídica y relativamente reciente del término. Ni mucho menos devastación cultural, sino fusión. Soy estudiante de Derecho en la UNED y, por otra parte, una persona muy autodidacta y dada a investigar y revisar mitos históricos.

    ¡Salud!

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    1. Hola Rafael.
      Coincidimos en el placer de revisar mitos históricos y en haber cursado estudios en la UNED.

      Respecto a la conquista española de América pues no se puede generalizar. En cada lugar hubo de todo. Genocidio, tal como lo entendemos hoy día no existió por norma habitual. Pero la devastación demográfica y cultural fue muy intensa. El catolicismo es un buen ejemplo de lo segundo.
      Está bien desmontar la Leyenda Negra que rodea la conquista española, pero tampoco podemos pasar al extremo opuesto. Existió fusión demográfica y cultural, pero siempre en una relación de superioridad española. Y fue esa esencia de la relación lo que, corriendo los siglos, llevaría a las independencias americanas.

      Un placer charlar contigo Rafael.

      Saludos

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  4. Bueno, la leyenda rosa es tan falsa como la negra. Pero lo cierto es que tras más de 25 años investigando al respecto, me doy cuenta de que lo amerindio durante 3 siglos de Imperio Colonial hispánico es más importante que lo europeo, pese a que la metrópoli, nominalmente, fuese la dominadora. El mestizaje no fue solo biológico. De hecho lo fue aún más cultural, lo cual se revela en topónimos, manifestaciones artísticas, costumbres, sincretismo religioso, fusión de ritmos musicales, etc. El aborigen americano supo adaptarse con astucia a la nueva situación, a veces rápidamente y otras poco a poco, pues es evidente que de aquel proceso no solo obtuvo disgustos sino numerosos beneficios de los que supo aprovecharse. Incluso hizo aportaciones al elemento africano que van mucho más allá de la mezcla de sangres. Precisamente fueron los religiosos que se establecieron allí los que más contribuyeron a preservar y conservar el acervo lingüístico, artístico y hasta astronómico y médico de numerosas culturas precolombinas. Los europeos siempre fueron minoritarios allí en el plano demográfico, aun con los tremendos efectos de las epidemias (autóctonas y foráneas)sobre los pueblos americanos prehispánicos. En cuanto a las "independencias", la masonería inglesa, y es algo que está probado, financió y apoyó a la élite criolla burguesa de aquellos territorios que, tras convertirse en Repúblicas, privaron en la medida de lo posible a los indios de derechos y tierras adquiridos mediante concesiones y acuerdos en la etapa virreinal. Por último, te recuerdo que un genocidio es siempre una política de Estado y la Corona española no solo consideró a los "indios" súbditos de primera, sino que nunca envió al Nuevo Mundo un ejército regular para sojuzgar militarmente a los aborígenes, de modo que no desplegó sus fuerzas armadas para acometer un plan de eliminación sistemática de los que poblaban América antes de la llegada de Colón y sus hombres. Los intereses económicos, para bien y para mal, dominan el mundo, pero la conquista y colonización hispanas de América presentan, entre otros rasgos, el hecho de que los pactos y alianzas entre unos y otros fueran la pauta habitual en los años, unos violentos y otros pacíficos, de la primera, y que las tropas realistas durante el proceso emancipador contaran con más efectivos amerindios, mestizos y mulatos entre sus filas que los adversarios.

    Debería haber sentimientos profundos de hermandad a uno y a otro lado del charco, y no permitir que la hegemonía anglosajona alimente odios que distorsionen la justa apreciación de los hechos, especialmente los históricos.

    Saludos rafaelianos.

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    1. Hola Rafael, un gran punto de vista del que comparto una gran parte de lo que dices.
      Yo he profundizado mas en la Historia Antigua y me gusta comparar la conquista romana de Europa con la española de América.
      Aunque sea algo anacrónico sirve para poner en perspectiva ciertas conclusiones.
      Por ejemplo, Roma tampoco puede definirse como un Estado genocida en la invasión de las Galias, pero si bajamos al detalle comprobamos que el gran Julio César aniquiló por completo algunos pueblos galos en su avance.
      La fusión entre lo romano y lo ibérico existió al igual que en América posteriormente. La diferencia, a mi entender, fue que pasados los siglos hubo emperadores romanos oriundos de España. En cambio, en América, la metrópoli imponía a su gobernador de turno, en una clara afirmación de su poder, negando a los autóctonos desarrollarse.
      En economía ocurría algo parecido, pues el dominio de la metrópoli impedía el desarrollo correcto colonial.
      Fue la mezcla del despotismo borbónico español junto con la labor de zapa de sus enemigos lo que llevó a las independencias.
      La pena del proceso fue que las colonias lucharon por una independencia que jamás podían lograr, pues la toma del poder político se demostró inútil en cuanto las fuerzas económicas anglosajonas fueron las dominantes a partir de entonces.
      Y de esos barros, como se suele decir, vienen estos lodos.
      Un placer intercambiar opiniones contigo.
      Saludos

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  5. Perdón por mi despiste. Había olvidado yo este documento: https://lavendatransparente.wordpress.com/2010/04/06/la-herencia-taina-todavia-vive-en-los-dominicanos/

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  6. Es que el exterminio amerindio se basa, y hoy lo sabemos bien, en el punto de vista de los historiadores: son ellos, como asegura Juan Manuel Delgado, los que los "aniquilaron". Los aborígenes seguían viviendo, abierta u ocultamente, pero vivían. Otra cosa es que la propaganda de unos y la de otros no quisieran verlos. Por eso te recomiendo que leas los enlaces que te envié. Te dejó uno más, que considero el más interesante y esclarecedor de todos. ¡Salud!


    https://www.youtube.com/watch?v=4Q0mWKrqubE

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    1. De nuevo muchas gracias por la información aportada.

      Saludos

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    2. Gracias a ti. Efectivamente, como los historiadores más sensatos dicen, la Historia no es estática, y nada es blanco ni negro.

      Encantado de departir con tu persona.

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    3. http://oncubamagazine.com/sociedad/cuba-nombre-taino/

      https://thescarletrevolutionary.wordpress.com/2013/10/12/cinco-siglos-dos-decadas-y-un-ano-mapuches-y-12-de-octubre-desde-la-ciencia-historica-y-desde-el-mal-conocimiento/

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  7. Es que el exterminio amerindio se basa, y hoy lo sabemos bien, en el punto de vista de los historiadores: son ellos, como asegura Juan Manuel Delgado, los que los "aniquilaron". Los aborígenes seguían viviendo, abierta u ocultamente, pero vivían. Otra cosa es que la propaganda de unos y la de otros no quisieran verlos https://ideandando.es/como-tomar-silicio-organico/

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    1. Hola, gracias por comentar.
      El tema del exterminio de los indígenas en las posesiones americanas del imperio español está lleno de medias verdades y muchas mentiras debido a que esta profundamente politizado. España tenía muchos enemigos y los bulos propagandistas se han asentado en la historiografia patria de esos países, especialmente la anglosajona.
      Saludos

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