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domingo, 7 de febrero de 2016

La religión es consustancial al ser humano



Hace unos meses leí un libro muy interesante sobre religión. No os preocupéis, no he sufrido una crisis teológica. Se titula Breve historia de las religiones, y en él se explican, de manera concisa pero acertada, las distintas religiones que han existido, y siguen existiendo, en la historia.

Aunque debo decir que coincido con muchas de las conclusiones históricas a las que llega el autor, uno de los temas me animó a investigar un poco más y profundizar en cuestiones exclusivamente históricas. ¿Desde cuándo podemos rastrear la existencia de la religión?

Creo que aportando ciertos conocimientos arqueológicos podemos completar un poco más la visión del autor. ¿Os interesa el tema? 


Francisco Díez de Velasco Abellán es el autor de esta pequeña joya que recomiendo encarecidamente leer. Su análisis histórico-teológico de las religiones no tiene desperdicio y entre las muchas conclusiones memorables que aporta me quedo con una de las primeras que leí y más me gustaron: “La religión ha actuado y actúa como clave en los mecanismos de sustentación de privilegios de todo tipo […] La religión, por tanto, ha sido y es un mecanismo más del desempeño del poder, del control social”.

En el segundo capítulo de la obra, tras habernos explicado las dificultades existentes para definir de manera global el concepto de religión, se adentra en las religiones étnicas, primer y más antiguo contacto de los humanos con la religión. Y dentro de este segundo capítulo existe un apartado con una pregunta realmente interesante: “¿Hay religión desde siempre?”.

Para los creacionistas, tal como plantea el autor, la pregunta tiene una respuesta afirmativa, pues la creación divina conllevaría tal condición de forma implícita.

Ahora bien, para todos aquellos que sabemos que Adán y Eva no se pueden tomar como un relato histórico fidedigno, se plantea una pregunta: ¿podemos rastrear el origen de la religión?

La religión la podemos dividir en dos facetas diferenciadas. Una interna, perteneciente a la cognición humana, imposible de rastrear en el pasado. Y otra externa, donde aparecen comportamientos culturales colectivos. Para entenderlo mejor, la interna sería nuestra relación particular con la deidad (la cual nos pertenece a nosotros como individuos y de la que nadie más tiene porqué tener conocimiento alguno); y la externa los ritos que practicamos con nuestros correligionarios, como por ejemplo asistir a misa o celebrar un rito.

Precisamente, prestando atención a los ritos, podemos rastrear la existencia de religión en las sociedades antiguas. E incluso antes de existir la civilización como tal la entendemos. Díez de Velasco se vale de la arqueología funeraria para rastrear la existencia de religión entre los primeros humanos: los homo sapiens.

En nuestro pasado más remoto como especie existió un momento en donde convivimos con otra especie diferente de homínido, el homo neandertal, por lo que el autor se interroga sobre la posibilidad de que este espécimen también conociera la religión.

El autor deshecha tal idea en base a dos conclusiones de gran peso. Por un lado, minimiza la importancia de los enterramientos neandertales conocidos. Por ejemplo, respecto al famoso de la cueva de Kebara (Israel), en donde apareció un cuerpo sin cabeza, el autor plantea la duda de si la retirada de parte del cadáver se produjo fortuita o intencionadamente. Por otro lado, la religión necesita como vehículo el lenguaje y el autor no termina de mojarse en el tema, dada la controversia existente entre los investigadores a este respecto.

En cambio, respecto a nuestra especie no plantea duda alguna. El lenguaje es algo existente desde nuestros primeros antepasados y los ritos funerarios son claramente intencionados, tanto por el uso del color ocre en los cadáveres como por la presencia de ajuares en las tumbas.

La figura del neandertal como especie ha sufrido un gran cambio en los últimos decenios. De considerarse una especie de mono troglodita incapaz de realizar ninguna acción propia de nuestra especie, se ha pasado a asemejarlos dada la posibilidad de hasta haber podido existir una hibridación entre nosotros y ellos (el ADN nos lo confirmará).

Mientras leía las conclusiones respecto a los neandertales y su aparentemente falta de capacidad para tener religión recordé mis años de estudiante de primero de carrera. En la asignatura de Prehistoria (una de las que menos me gustó de toda la carrera) creía haber leído la existencia de varios enterramientos neandertales intencionados, lo que matizaría las conclusiones del autor. Por tanto, ni corto ni perezoso, decidí desempolvar mis apuntes y buscar enterramientos neandertales en donde existiesen pruebas de una intencionalidad. Tras un breve repaso encontré varios ejemplos de ello. Pero el asunto no es tan sencillo como parece.

Antes de entrar en el asunto del enterramiento quiero anotar un estudio reciente que despeja, un tanto, el asunto del habla Neandertal. Stephen Wroe, investigador de la Universidad de Nueva Inglaterra, volvió a analizar un hueso hioides neandertal descubierto en Israel en 1989. Anteriores estudios realizaron la hipótesis de que el neandertal podría hablar en base a este hueso, pues nosotros lo tenemos idéntico. El nuevo estudio de Wroe, utilizando tecnología de imágenes de rayos X en 3D, logró dos cosas muy importantes: reconstruir la estructura interna compleja del hueso y confirmar que, mecánicamente, su comportamiento era igual al nuestro. Es decir, los neandertales tenían la posibilidad de hablar, pues tenían los medios para hacerlo. Y estudios genéticos añaden que poseían el gen necesario para desarrollar el habla. Por tanto, la primera dificultad para tener religión parece que ha desaparecido con la últimas investigaciones.

Respecto a los enterramientos, la existencia de los mismos por parte de los neandertales es algo que conocemos desde hace mucho tiempo. La intencionalidad está fuera de toda duda y tenemos varios ejemplos de ello. El famoso de La Chapelle aux-Saints (Francia) fue puesto en duda dada la antigüedad de la excavación. Pero recientes estudios en la zona llevados a cabo por Rendu y su equipo confirmaron la existencia de otros similares en la zona. Sus conclusiones fueron claras: “los neandertales en esta parte de Europa hacían lo necesario para enterrar a sus muertos”.

Recreación de un enterraiento neandertal


Otros ejemplos de enterramientos intencionados de neandertales los tenemos diseminados por varias zonas del mundo. En Francia destaca el conjunto de tumbas infantiles de La Ferrassie, unas bajo túmulo, otras en fosa cubierta por una gran laja de piedra; o el de Le Regourdou, con una tumba bajo túmulo. Amud, en Palestina, o Taramsa Hill, en Egipto, donde un niño fue enterrado en un pozo de extracción de materias primas y cubierto con los materiales de la zona, son dos ejemplos más de ello.

La intencionalidad, a pesar de la escasez de ejemplos (unas 35 inhumaciones de neandertales), parece claramente evidente por varias razones. Las características de las inhumaciones (40% niños, mayoría en lugares de hábitat, fosa cubierta) y su distribución geográfica y temporal (70% concentradas en oeste europeo y Próximo Oriente; circunscritas a cronologías entre el 60.000/40.000 BP) nos aleja del azar y nos confirma la intencionalidad.

Otra cosa diferente es encontrar enterramientos neandertales con ofrendas, similares a las que hicieron nuestros antepasados Sapiens. Pues la intencionalidad del enterramiento no es indicativa de un ritual simbólico. No podemos inferir de forma directa que enterramiento está unido a religión. Ese es un error derivado de nuestra apreciación cultural actual, la cual asocia religión y enterramiento. Esta relación no fue tan clara en el pasado.

No obstante, la existencia de ofrendas en los enterramientos si podría ponernos sobre la pista de cierta mentalidad simbólica. Y entre los diversos enterramientos neandertales tenemos varios ejemplos de ello.

En Shanidar IV (Kurdistán iraquí) el análisis polínico mostró que los cuerpos fueron depositados sobre un lecho de flores de distintos colores. Y en Teshik Tash (Uzbekistan) se encontró el enterramiento de un niño, de unos 70.000 años, que reposaba sobre un lecho de huesos de caballo, había sido cubierto por flores y presentaba, alrededor del cuerpo, cinco pares de cuernos de cabra montés.  Estos son los ejemplos más significativos, aunque no los únicos. En Skhul IV y V se encontraron conchas perforadas junto a los cadáveres y en La Ferrassie V 3 raederas.

Por supuesto, el consenso sobre las ofrendas neandertales está muy lejos de alcanzarse. Pues lo que unos investigadores lo consideran prueba indiscutible otros lo matizan. Por ejemplo, las ofrendas florales de Shanidar IV algunos investigadores lo explican como una eventualidad natural. Y el resto de objetos que han podido aparecer en los enterramientos, al aparecer en cualquier lugar del hábitat (y no presentar una especificidad directa con los enterramientos), minimizan su supuesto valor simbólico. En muchos casos podría tratarse, simplemente, de una medida higiénica.

Pero tengan los enterramientos neandertales ajuares asociados o no la pregunta que nos interesa es la siguiente: ¿Es suficiente la presencia de ofrendas para inferir un simbolismo asociado a la muerte? Es decir, ¿comenzó así la religión?

En el estudio antes referido de Rendu et al los investigadores, como dijimos, concluyeron la existencia de una inhumación intencionada. Pero, respecto al tema que ahora nos ocupa la conclusión fue la siguiente: “No podemos saber si esta práctica [inhumación] era parte de un ritual o meramente pragmática”.

Lo cierto es que no podemos inferir que la presencia de objetos en la tumba los podemos asimilar directamente a un ajuar de tipo simbólico. En primer lugar, porque no se trata de objetos específicos relacionados con la muerte. En segundo, porque para que existan unas creencias metafísicas en el más allá, debe existir cierto desarrollo cultural presente en su vida diaria. Es decir, si no existen objetos de carácter simbólico utilizados en la vida de los neandertales, en su día a día, resulta complicado inferir que exista un pensamiento metafísico simbólico. Para ello se necesita un desarrollo cognitivo que, por ejemplo, objetivase su propia existencia dentro de un marco espacial/temporal. Y eso no lo inferimos de ningún resto material neandertal.

Por tanto, la existencia de ciertos objetos en las inhumaciones intencionales neandertales los podemos interpretar como manifestaciones de afectividad y/o respeto social al difunto más que por motivos de simbolismo metafísico relacionado con algún tipo de religión primitiva. En muchos casos, a la necesidad higiénica/sanitaria de eliminar el cuerpo del difunto, se le unió el deseo de evitar que fuera pasto de los carroñeros. Pero en ningún caso podemos identificar una serie de ritos sistemáticos empleados de forma habitual, típica de simbolismos religiosos.

Y esta característica, de intencionalidad sin simbolismo religioso, no solo está presente en los neandertales, sino también en los primeros Sapiens que convivieron con ellos. Será más adelante, con la evolución social, cultural, tecnológica y lingüística del Sapiens, cuando nuestros antepasados desarrollen un sistema simbólico desarrollado que podamos equiparar a una religión que vehiculice el fenómeno de la muerte.

Por tanto, la adquisición de la religión no fue un proceso de súbita aparición. Se trató, más bien, de un desarrollo cognitivo paulatino que comenzó con las inhumaciones intencionales neandertales (más o menos esporádicas) y se asentó mediante la cohesión social y la permanencia de una gran densidad de población en un mismo lugar. Fue, por tanto, un desarrollo cultural progresivo.

Como conclusión puedo afirmar que la hipótesis mantenida por el autor del libro parece confirmarse tras el estudio minucioso de los restos arqueológicos neandertales. Si tenemos en cuenta los enterramientos como muestra de la existencia de simbolismo religioso, no será hasta los Homo Sapiens cuando encontremos verdaderas muestras de ello. Los neandertales, con tener inhumaciones intencionales y, algunas, con un posible y sencillo ajuar, no parecen haber pasado de un simbolismo individual, muestra de cierto afecto con el fallecido pero no de unos ritos que infieran la existencia de un culto religioso.

Algunos habréis leído la existencia de desmenuzamientos intensos de los huesos de los difuntos, como es el caso de Zafarraya, en ocasiones interpretados en calidad de canibalismo ritual, como los practicados en L’Hortus y Kaprina. Otros la existencia de prácticas zoolátricas, como el culto al oso cavernario de la cueva de Regourdou y el cuestionado de la cueva de Drachenhöhle. Ambas actitudes son muestras claras de una cultura espiritual o subsistema simbólico. Pero todas estas sospechas de posibles simbolismos están muy discutidas y no tienen el consenso suficiente como para pasar de la hipótesis de trabajo.

Lo que tiene mayor consenso es la interpretación del cuidado de ancianos (algunos con traumatismos que hacía necesario el cuidado del grupo) como muestra de las capacidades cognitivas de los neandertales y su capacidad para realizar abstracciones mentales de cierta complejidad. Pero de ahí a inferir la existencia de un simbolismo religioso aún queda un largo camino.

Sin duda los neandertales fueron nuestros primos más cercanos, pero nuestras diferencias con ellos debieron ser notables. De tal cuantía que originó su final extinción y su sustitución por nosotros.

BIBLIOGRAFÍA

Montes Gutiérrez, Rafaél: Origen del comportamiento simbólico neandertales y humanos modernos a debate. DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA. En la red: http://www.rafaelmontes.net/wp-content/uploads/2014/02/Origen-del-comportamiento-simbolico.pdf

MUÑOZ AMILIBIA, A. Mª (ed) (2001). Prehistoria. Tomo I. paleolítico y Mesolítico. Madrid. UNED.
Blog Arqueología Cognitiva. Los enterramientos del paleolítico Medio. En la red: http://arqueologiacognitiva.blogspot.com.es/2011/02/los-enterramientos-del-paleolitico.html

Blog Paleoantropología hoy. El Viejo de La Chapelle-aux-Saints ¿fue enterrado intencionalmente? En la red: http://paleoantropologiahoy.blogspot.com.es/2013/12/el-viejo-de-la-chapelle-aux-saints-fue.html

Díez de Velasco, F.: Breve historia de las religiones. Alianza Editorial. 2014.










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