El Holocausto nazi afectó únicamente a los judíos

Ana Frank

Un mes de marzo de hace 70 años, en 1945, una niña alemana de tan solo 15 años moría de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen. No estaba allí por haber nacido en  Fráncfort del Meno (Hesse, Alemania), ni por ser mujer o tener una fisonomía determinada. Estaba allí por profesar la religión judía. Bueno, en realidad, estaba allí porque un personaje llamado Adolf Hitler decidió eliminar de Europa, por motivos raciales, a toda una parte de su población. Y, por supuesto, estaba allí porque hubo muchas personas que decidieron acallar sus conciencias y realizar unas órdenes que, vistas con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, no tienen ninguna excusa.

El siguiente artículo pretende ser un homenaje a todas aquellas personas que fueron perseguidas por motivos de raza, política o religión durante la II Guerra Mundial. Tengamos siempre presente su recuerdo pues, aún poseyéndolo, debemos seguir presenciando similares atrocidades en algunos rincones de este planeta que algunos llaman hogar.

¿Te apetece conocer unas cuantas verdades sobre el Holocausto?

El Holocausto perpetrado por el nazismo durante la II Guerra Mundial ha sido una de las mayores vergüenzas con las que tendrá que lidiar la humanidad el resto de su existencia. Por esta razón, me resulta aún más humillante que las personas de este siglo, influenciadas por opiniones interesadas, olviden o se crean ciertas mentiras o confusiones que se mantienen en el pensamiento popular desde entonces.

Por medio de unas simples preguntas y breves respuestas vamos a descubrir las auténticas verdades del Holocausto.

¿Existió el Holocausto?  Sí, sin lugar a dudas.

Desde el final de la II Guerra Mundial se inició una corriente revisionista que defendía una postura tendente a minimizar o, directamente, negar la existencia de ningún Holocausto. Diversos autores niegan la cantidad oficial de muertos y arremeten contra los argumentos oficiales, inventando cualquier tipo de excusa para justificar lo injustificable. Si aún siguen existiendo estas tesis se debe tanto a los grupos neonazis como a algunos estados árabes, cuyo odio hacia el estado de Israel les obliga a atacarles de este modo.

Pero lo cierto es que existen tres pruebas irrefutables que no pueden negarse ni matizarse de ninguna manera.

En primer lugar tenemos los testimonios de los soldados que liberaron los campos de concentración. Fueron soldados de todos los ejércitos aliados, por lo que no podemos considerar posible ninguna orden supranacional encaminada a crear una falsa opinión al respecto. El primer campo nazi liberado por tropas soviéticas fue el de Majdanek (23 julio 1944) y aunque los alemanes intentaron borrar las huellas de sus asesinatos en masa (demolieron el crematorio), los soviéticos encontraron intactas las cámaras de gas. En el frente occidental, los británicos liberaron el campo de Bergen-Belsen el 15 de abril de 1945 (sólo unas semanas después de fallecer Ana Frank) y encontraron a 60.000 prisioneros desnutridos y una gran fosa común llena de cadáveres. Los estadounidenses liberaron Buchenwald el 11 de abril de 1945 encontrando que los famélicos prisioneros se habían hecho con el control del campo ante la desbandada nazi.

Lo anterior es la segunda razón de peso para confirmar el Holocausto: los testimonios de los supervivientes. Escapar de un campo de concentración era tarea casi imposible, pero algunos afortunados lo hicieron ocultándose en trenes que transportaban las pertenencias requisadas a los presos o escapando en descuidos de los vigilantes mientras trabajaban en las fábricas como mano de obra esclava. Y, sin duda, la mayor fuga de presos tuvo lugar en el campo de Sobibor, donde unos 300 reclusos lograron escapar de aquel infierno.

Por otro lado, una vez liberados los campos, todos aquellos que sobrevivieron relataron las atrocidades que tuvieron que ver y soportar en aquellos lugares. Aunque los testimonios ascienden a millares, pocos son los que han leído o escuchado aquellas voces. No obstante, la acción de Otto Frank, transmitiéndonos los pensamientos de Ana Frank a través del diario que escribió estando escondida, sea la más universal y famosa forma de dar a conocer tal barbarie ahorrándonos los detalles más escabrosos.

Por último, los famosos Juicios de Nuremberg, son la tercera y última razón de peso que confirman la existencia de un Holocausto. Coincido con algunas voces críticas al afirmar que aquellos juicios fueron una burda pantomima de justicia. Los vencedores desempolvaron los crímenes de guerra de los perdedores y escondieron bajo la alfombra los suyos (masacre de Katyn ejecutada por el Ejército Rojo; masacre de civiles japoneses en Hiroshima y Nagasaki por bombas atómicas estadounidenses, por poner sólo dos ejemplos conocidos).

Pero lo anterior no es óbice para negar la validez de las pruebas que se aportaron sobre el Holocausto perpetrado por los nazis: documentación militar nazi, informes médicos, pruebas fotográficas de cámaras de gas y crematorios, testimonios de supervivientes…

¿Cuantas personas murieron a causa del Holocausto? Nunca lo sabremos con certeza.

Se suele indicar la cifra de seis millones de fallecidos, por ser el número que declaró Eichmann en el juicio de Jerusalén (1961). Aunque resulta imposible otorgar una cifra exacta, dada la gran magnitud de los crímenes, las distintas formas de perpetrarlos y el largo tiempo en el que se produjeron, los más minimalistas no suelen bajar de 4,5 millones de personas.

¿Fueron sólo los judíos las víctimas del Holocausto? No, ni mucho menos.

Uno de los principales errores que aún persisten en la conciencia popular es la equiparación del Holocausto nazi con los judíos. Es cierto que los judíos fueron las víctimas principales, pero las ideas de pureza racial del ideario nazi también incluían como personas a eliminar a los homosexuales, a los testigos de Jehová, a los comunistas, a los discapacitados, a los disidentes políticos y a los gitanos.

Fue una pena para ellos que la persecución y aniquilamiento no fuese compensada, posteriormente, con la fabricación artificial de un estado propio (como ocurrió con el pueblo judío).

¿Cuáles fueron las causas que desencadenaron el Holocausto? Razones raciales.

Aunque existen muchos estudios que han intentado explicar el Holocausto mediante la excusa económica, sus razones se caen a la luz de los documentos. Los industriales que empleaban a los judíos en sus fábricas siempre se negaron al exterminio, pues el trabajo esclavo era de gran beneficio para todos ellos. Por otro lado, el estado nazi pagó fuertes sumas de dinero a otros países para que les enviaran judíos a los que explotar y, luego, exterminar.

La única razón que explica el Holocausto es aquella que hunde sus raíces en el pensamiento filosófico nazi. Éste afirmaba la superioridad racial de los arios respecto al resto de razas, su destino para dominar una nueva etapa histórica y la obligatoriedad para eliminar a todos aquellos que pudieran afectar a la pureza racial.

Y este pensamiento racial tiene uno de sus orígenes en la obra del filósofo francés J.A. Gobineau. No echemos a los alemanes toda la culpa.

¿Cuándo se inició la persecución a los judíos? Antes de dar comienzo la II Guerra Mundial.

Desde que el Partido Nazi se hizo con el poder político absoluto de Alemania (especialmente tras el incendio del Reichstag, 27 febrero 1933) la idea de Hitler fue eliminar y exterminar al pueblo judío (y a todos aquellos que no compartieran sus pensamientos o enturbiaran la correcta reproducción de la raza aria).

Las primeras leyes antisemitas comenzaron a publicarse el 7 de abril de 1933, expulsando a los no arios de la administración pública. Luego vendrían leyes mucho más duras, encaminadas a la expulsión del país y una total connivencia para la perpetración de todo tipo de vejaciones: quema de libros judíos, expulsión de universidades, exclusión atención médica pública, saqueo de tiendas y negocios, discriminación social… Todo ello preparó el camino para la llamada Noche de los cristales rotos (9 noviembre 1938), donde se desató la ira antisemita de la población, causando más de un centenar de muertos, más de veinte mil arrestos de judíos, la quema de casi doscientas sinagogas y el saqueo de unos siete mil comercios judíos.

¿Qué hicieron el resto de naciones? La mayoría decidieron ignorar tales persecuciones a los judíos, más preocupados en salir de sus crisis económicas y mantener el status quo político internacional. Sin embargo, varios países en la órbita nazi o seguidores del fascismo decidieron copiar el modelo nazi de persecución racial. En efecto, no sólo los alemanes persiguieron a los judíos antes de la guerra; países como Hungría o Eslovaquia iniciaron similares acciones antisemitas antes de la guerra.

¿Fueron los judíos las primeras víctimas de la barbarie racial nazi? No, cronológicamente hablando.

El 1 de septiembre de 1939 dio comienzo la II Guerra Mundial con la invasión alemana de Polonia. Y el mismo día Hitler firmó la orden que confirmaba el inicio de la llamada Operación T4. Se trataba de un siniestro programa de eutanasia por el cual el gobierno nazi iniciaba el asesinato en masa de todos los discapacitados mentales y físicos crónicos. Se calcula que unas 70.000 personas fueron asesinadas mediante cámaras de gas.

La excusa para llevar a cabo tal atrocidad se basó en la idea de evitar derroches económicos en tiempos de guerra, pero la verdadera razón que subyacía detrás era la de la pureza racial aria. Minusválidos o personas con defectos genéticos no tenían derecho a vivir, pues lo único que podían hacer era obstaculizar el correcto desarrollo de la raza aria.

¿Cuándo se inició el Holocausto? Mucho antes de lo que se cree, en 1940.

La mayoría de personas suelen pensar que fue a raíz de la Conferencia de Wannsee (20 enero 1942), lugar donde se aprobó la Solución Final para el problema judío, cuando se dio el pistoletazo de salida para el Holocausto. Pero esta medida fue, simplemente, la guinda de un gran pastel que llevaba cocinándose durante muchos años.

La Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA) elaboró en 1940 un plan secreto para el exterminio racial de las zonas conquistadas en el este de Europa. El cruel objetivo de los einsatzgruppen (grupos de matanza) era eliminar a la mayor cantidad de eslavos y judíos de las zonas recién conquistadas, con la doble finalidad de evitar problemas de suministro en la retaguardia y allanar el camino a una futura repoblación alemana de la zona. Por tanto, en la invasión a la URSS, existieron grupos reducidos de soldados dedicados enteramente a perpetrar esta labor de exterminio, dando comienzo al auténtico exterminio.

Las acciones de estos grupos salieron a la luz pública gracias a las confesiones del oficial alemán Hans Ehlich y del testimonio de algún superviviente, como Dina Pronicheva, quién vivió en sus carnes la matanza de Babi Yar (Kiev, Ucrania).

¿Fueron los campos de concentración los lugares donde se perpetró el Holocausto? Si, pero no fueron los únicos.

Existe una gran confusión respecto a los campos de concentración, pues la mayoría del público profano los asimila al exterminio de judíos, cuando ello no fue exactamente así.

Los primeros campos de concentración se iniciaron en marzo de 1933 y su objetivo inicial era, simplemente, arrestar a los disidentes del III Reich. Se trataba de lugares donde poder arrestar a los disidentes fuera del marco de la legalidad. Muy pronto, esos campos pasaron a transformarse (caso de Dachau) en campos de trabajo, donde los presos no tenían porqué terminar allí sus días. La famosa frase Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres) no tenían entonces la connotación irónica del final de la guerra y en los primeros años existieron casos donde los presos salían tras cumplir su condena.

Aunque inicialmente se crearon para los disidentes políticos, la oportunidad de tener mano de obra barata (o gratuita) animó al arresto de otros grupos sociales no gratos al nazismo: comunistas, homosexuales, gitanos, intelectuales, desertores, prisioneros de guerra… Dentro del campo cada grupo estaba identificado con un código de color y tras 1941, salir de estos campos fue misión imposible.

Los judíos, por su parte, fueron inicialmente recluidos en guetos, donde eran igualmente obligados a trabajar. El primer gueto se creó en octubre de 1939, en Piotrków Trybunalski (Lodz, Polonia). Las condiciones de vida en aquellos lugares masificados eran pésimas y muchos judíos murieron tanto por el trabajo agotador al que eran sometidos en las fábricas como por las malas condiciones de vida que soportaban en aquellos lugares.

Más tarde, a partir de finales de 1941, viendo la necesidad de terminar cuanto antes con los judíos, se inició el traslado de éstos a los campos de exterminio. Para seguir explotándoles en las fábricas, los primeros deportados fueron los ancianos, los enfermos y los niños. A partir de mediados de 1942 ya no existían listas y se deportaba a todo el mundo.

Aunque en muchos campos de concentración se produjeron matanzas y se llevó a cabo el exterminio de muchos judíos, no podemos confundir tales lugares con los campos de exterminio. En los primeros, la muerte solía llegar debido a las duras condiciones de trabajo, la falta de alimento, el frío o las enfermedades. Los segundos fueron creados, única y exclusivamente para eliminar a todos aquellos que llegaban a ellos. El único destino que esperaba a los presos era la muerte. La mayoría de campos de exterminio se ubicaron en Polonia, siendo Auschwitz el más conocido por el gran público, aunque no el único.

¿Las cámaras de gas fueron la herramienta principal de eliminación? Sí, aunque se utilizaron otros métodos.

Se suele identificar el holocausto con las cámaras de gas, pero la imaginación nazi para eliminar a seres humanos fue mucho más allá que unas duchas por las que se gaseaban a los presos con gas Zyklon B.

Los primeros métodos fueron los simples fusilamientos en masa llevados a cabo por los einsatzgruppen. Sólo el lavado de cerebro ideológico, las borracheras posteriores y la solidaridad entre camaradas explican que aquellos verdugos soportaran la carga psicológica que implicaban tales acciones. No obstante, fusilamientos en masa también se perpetraron en algunos campos de exterminio. Un ejemplo fue Majdanek, donde el 3 de noviembre de 1943 se fusiló a 18.000 judíos en una sola jornada.

El método anterior era inviable para ser realizado por soldados comunes, por lo que se ideó la muerte mediante camiones cuyo tubo de escape se modificó para expulsar el monóxido de carbono al interior del compartimento trasero de carga. Este método se empleó ampliamente en el campo de Chelmno. El viaje no solía durar más de diez minutos.

En el campo de Belzec se practicó el asesinato en masa mediante la electricidad. Un método consistía en la descarga de corrientes de alta tensión sobre planchas metálicas que servían de suelo a los presos; otro método consistía en llenar de agua, hasta las caderas, una habitación hermética llena de prisioneros y luego aplicar corrientes de alta tensión.

En varios campos se realizaron macabras investigaciones médicas y experimentos crueles con varios reclusos, los cuales depararon multitud de muertes. La excusa para llevarlos a cabo era el supuesto interés por mejorar los tratamientos médicos a los soldados alemanes, aunque también se perseguía la esterilización sistemática de las razas inferiores. Los ensayos consistieron en pruebas de resistencia al frío o al calor extremo, lo que conllevaba amputaciones y quemaduras. Resistencia a la sed y al hambre, hasta el límite máximo. Tiempo de desangrado de una persona, y aplicación de venenos, gases tóxicos o rayos X para ver los efectos que producían. Igualmente se extrajeron todo tipo de órganos (incluso en vida) o se realizaron transfusiones sanguíneas sólo por cuantificar los efectos negativos que conllevaban. Josef Mengele, el ángel de la muerte de Auschwitz, fue el nombre más conocido, aunque en los juicios de Nuremberg fueron condenados a muerte hasta siete doctores.

Las cámaras de gas se utilizaron de forma masiva en todos los campos de exterminio por ser el método, entre todos los practicados, más fácil y distante. Los verdugos no sufrían problemas de conciencia al gasear a los presos en las falsas duchas y los asesinados eran fácilmente eliminados en crematorios posteriormente. El campo de Auschwitz fue la gran máquina de exterminio nazi. En 1944, diariamente eran asesinadas en sus cámaras de gas más de diez mil personas. En total, en este campo murieron más de un millón de personas. Y tal fue el ritmo de exterminio que se hizo necesario crear cinco grandes hornos crematorios para poder dar salida al gran número de presos asesinados en las cámaras de gas.

¿Ha servido de algo a la humanidad esta traumática experiencia? Para muy poco, lamentablemente.

El conocimiento público del Holocausto perpetrado por los nazis ha tenido algunas consecuencias positivas. Por ejemplo, ante los crímenes perpetrados por los doctores alemanes, se creó un código ético donde se regula de forma precisa los experimentos con humanos. Y la existencia de diversas organizaciones que mantienen la memoria del Holocausto nos sirve para no olvidar la barbarie cometida y compensar, en parte, a las víctimas que la sufrieron.

La creación del Estado de Israel supuso la existencia de una patria propia a un pueblo hace tiempo desarraigado, aunque forzar su existencia en la Palestina musulmana ha traído, y sigue produciendo, enormes problemas políticos en la zona. Y aunque con los juicios de Nuremberg se dio la imagen de que ningún crimen de guerra contra la Humanidad quedaría sin ser juzgado, lo cierto es que el Tribunal Internacional de La Haya no es reconocido por muchos países, entre ellos China, Israel, Rusia o EEUU.

Por otro lado, los genocidios se han seguido produciendo desde entonces sin grandes consecuencias para sus incitadores, pues sólo una mínima parte han sido llevados ante la justicia. Mao Zedong, uno de los mayores genocidas del siglo XX, aún sigue siendo venerado en China; Idi Amin Dada, genocida ugandés que exterminó impunemente a los grupos étnicos acholi y lango falleció en 2003, tras una confortable vejez en Arabia Saudita, sin ser juzgado. Saloth Sar (Pol Pot) falleció sin ser juzgado por sus crímenes genocidas en Camboya. El gobierno del Reino Unido aún no ha sido juzgado por su connivencia con el gobierno nigeriano en el genocidio de 1 millón de personas de la etnia ibo.

No obstante, no todos son malas noticias y algunos de los últimos genocidas del siglo XX si tuvieron que rendir cuentas ante la justicia internacional. Fue el caso de Sadam Hussein (genocidio kurdo) o Slobodan Milosevic (genocidio bosnio). El primero fue condenado a morir en la horca (2006), mientras el segundo murió en su celda mientras se celebraba el juicio (2006). 

Si deseáis tener mayor información sobre el Holocausto nazi os recomiendo un pequeño pero interesantísimo libro: Breve historia del Holocausto de Ramón Espanyol Vall. Editorial Nowtilus.2011. 

Para una mayor profundización en el tema os dejo una bibliografía seleccionada que os aportará una dimensión completa sobre el Holocausto:

BAUMAN, ZYGMUNT. Modernidad y Holocausto.Sequitur. 2010.

CATALÀ, NEUS. De la resistencia y la deportación. 50 testimonios de mujeres españolas. Ediciones Península, 2005.

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DWORK, DÉBORAH y VAN PELT, ROBERT JAN. Holocausto. Una historia.EdicionesAlgaba, 2004.

ESPANYOL VALL, RAMÓN. Breve historia del Holocausto. Nowtilus, 2011.

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FRANK, ANA. El diario de Ana Frank. Editorial DeBolsillo, 2003.

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