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miércoles, 18 de junio de 2014

Día 6: Viernes 18 junio 2010 Arzúa-Pedrouzo



Algunos peregrinos salen de Arzúa con la intención de llegar a Santiago. Son 40 Km. los que separan ambas localidades. Tal vez, personas con buena preparación física pudieran hacer tal recorrido dignamente. Pero ese no era nuestro caso. En esta ocasión no nos dejamos influir por las fuerzas renovadas de la mañana y decidimos parar a mitad de trayecto donde pudiéramos.


Salimos de Arzúa a las 6:00 a.m. con bastantes molestias. En mi caso me mataban las rodillas, pues debía tener una tendinitis como mínimo. Mi mujer estaba peor. A las ampollas en los pies unía el dolor de rodilla, de cadera y malestar general muscular, tal vez síntoma de que estaba empezando un catarro. A pesar de todo, quien cojea y da más pena, la menos externamente, soy yo. Eso es lo que hemos deducido tras los comentarios que nos hacen todos aquellos peregrinos que nos adelantan.

Como será la cosa que en una pronunciada bajada un amable peregrino, Antonio de Murcia me dijo que se llamaba, me regaló una rodillera al verme tan fastidiado. Al principio no noté mucho la ayuda, pero con el transcurrir del tiempo si noté cierta mejoría. Luego, en Santiago, no tuve ocasión de devolvérsela, tal como quedamos, pero aún la guardo con cariño y espero tener la ocasión de devolverla en algún momento, sino a él, a algún peregrino tan necesitado como yo estaba entonces.

Hoy teníamos decidido hacer una etapa “blanda” pues no podíamos llegar tan matados como lo habíamos hecho ayer y antesdeayer… Tampoco deseábamos volver a cocernos de calor y como nuestro ritmo era lento (3,5 Km. /hora en el mejor de los tramos) madrugar era fundamental.

La salida de Arzúa supone bajar mucho, con lo que las rodillas se resienten. Es una etapa por la que apenas atraviesas aldeas y que posee muchos tramos feos, junto a la carretera. Los cruces de ésta tampoco son muy sencillos y tienen cierto riesgo. Nosotros hubo un punto en el que nos perdimos y tuvimos que preguntar a una lugareña para volver al Camino.

Primero pensamos parar en el albergue de Santa Irene, pero llegamos allí demasiado temprano (10:30h) y resultó estar muy aislado. Como estábamos con fuerzas decidimos andar otra hora y llegar a Pedrouzo. Por primera vez tal decisión fue todo un acierto.

Una peregrina alicantina, la cual nos acompañó un rato, nos dijo de un albergue que estaba muy bien pero que tenía todo reservado. Había que llegar antes de las 12:00h para coger las camas que no reservaban por teléfono.

Apretamos el paso y a las 11:45h estábamos en la puerta del albergue, siendo los primeros junto con la alicantina. Este albergue estaba realmente bien. Habitaciones con 10 literas, baños sumamente limpios, tendedero amplio, lavaderos cómodos y lo más importante: ¡dormimos con sábanas de hilo por primera vez desde que iniciamos el Camino! Aprender a valorar estas pequeñas cosas de la vida es una de las muchas cosas que te enseña el Camino.

Por primera vez pasamos un día como Dios manda. A las 13:15h ya estábamos aseados y con la colada realizada, por lo que pudimos comer a una hora decente y de forma relajada. Los menús de peregrino deben tener una tarifa plana de 10 en todo el Camino, pero en esta ocasión nos pusimos hasta arriba. Con tanto tiempo nos dio lugar para charlar con otros peregrinos, jugar a las cartas y hasta echarnos la siesta. Hoy, por fin, disfrutamos de un día plácido.

Parroquia de Santa Eulalia del arca (Pedrouzo)


En total habíamos andado 18 Km. a los que hay que sumar otros 3 Km. que recorrimos visitando aquél pueblo. Fue un parada ideal para recuperar totalmente nuestras fuerzas.


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