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lunes, 19 de mayo de 2014

Milán no tiene interés turístico



Uno de los países europeos que más visitas turísticas recibe al año es Italia. Seguro que todo el mundo la ha visitado alguna vez o tiene en mente hacerlo pronto. Las primeras ciudades que se nos vienen a la cabeza son Roma, Florencia o Venecia. Arte, cultura, gastronomía… son lugares únicos que reúnen un gran atractivo para los visitantes.

Conocer Italia requiere visitarla en numerosas ocasiones, pues es imposible abarcar tanto legado histórico en un único viaje. Aun así, muchos tour-operadores se empeñan en ofrecer packs de viaje cerrados, donde se realiza un trayecto agotador visitando las principales ciudades de Italia. Pueden ser útiles para hacernos una idea del país, pero no para ver correctamente lo que ofrecen cada una de las ciudades italianas. Y, por supuesto, en un paquete cerrado muchos lugares se quedarán en el tintero.

Entre los lugares que no suelen entrar dentro de los circuitos turísticos típicos se encuentra la ciudad de Milán. Y, cuando está dentro del circuito, la ciudad se utiliza como puerta de entrada o salida del país, por lo que apenas tenemos una visita decente al lugar. Esto es una pena, pues Milán es una de las ciudades con mayor oferta turística de Italia, aunque su atractivo no suele ser muy conocido.

A continuación os dejaré mis diez razones por las que resulta imprescindible visitar Milán como turista.



1.     Comodidad de acceso y de visita.

Llegar a Milán en avión resulta muy fácil, pues la ciudad tiene hasta tres aeropuertos en sus alrededores: Malpensa, Linate y Bérgamo-Orio al Serio. Tras el aeropuerto de Roma (Fiumicino), Malpensa es el segundo más visitado de Italia. Yo lo elegí por la cercanía a la ciudad y por la comodidad en su conexión. Desde la Estación Central de trenes salen cada 30 minutos, por unos 8-10€, los Malpensa Express, que nos conectarán con el aeropuerto en algo menos de hora. Linate es el aeropuerto más cercano, aunque se utiliza para vuelos domésticos. Y Bérgamo-Orio al Serio es el aeropuerto de las líneas Low Cost (Ryanaer, EasyJet y Vueling) y es una opción muy interesante si estamos preocupados por nuestra economía. Aunque es el más lejano, en la práctica la conexión con Milán no es mayor a la de Malpensa, unos 50 minutos, aunque el trayecto debe hacerse en autobús (Terravisión).

Milán es conocida como la ciudad de la moda. No obstante, resulta ser una ciudad encantadora para realizar una visita turística, pues todo su patrimonio histórico es fácilmente abordable a pie. Esto es una notable ventaja respecto a otras ciudades, donde es obligado utilizar transportes para visitar toda la ciudad.

2.     La Catedral de Milán.

El Duomo de Milán es una de las señas de identidad de la ciudad. Ubicado en la plaza del mismo nombre, la más céntrica de la ciudad, su estilo gótico nos dejará deslumbrados. Su mármol blanco de la fachada, llena de esculturas y pináculos nos sorprenderá gratamente. Y si tenéis buena vista, o un buen zoom en la cámara, podréis localizar a la Madonnina de Perego, una bella estatua dorada de una virgen muy querida en Milán, en lo más alto de la catedral.

Duomo de Milán


Si el exterior os va a sorprender, el interior no será para menos. La luz que proyectan las vidrieras es mágica, en un interior que nos dará la sensación de gran amplitud. Las capillas guardan numerosas obras de arte y es imprescindible recorrerlas con calma. Además, no debemos olvidarnos de dos notables atractivos. Por un lado, en el sótano podremos visitar la cripta-capilla de San Carlos Borromeo. Y, por otro, subiendo a la terraza contemplaremos unas magníficas vistas panorámicas de toda la ciudad.

Como podéis imaginar, la visita completa nos llevará un mínimo de una hora.

3.     La Galleria Vittorio Emanuele II.

Realizada en el siglo XIX, es una de las galerías comerciales más bellas que existen, junto con la que se encuentra en Bruselas. Su nombre recuerda al primer rey de Italia y su construcción nos lleva a la época del trabajo en hierro, donde la Torre Eiffel de París es la máxima expresión de este estilo constructivo.

El interior de esta galería comercial es verdaderamente impresionante, con sus cúpulas de cristal, sus arcadas y sus preciosos escaparates. Pensada inicialmente para conectar dos de las plazas principales de la ciudad (Duomo y Scala), su función de paso ha dejado lugar a una visita turística más de la ciudad.

En esta galería comercial encontraremos las tiendas más elegantes de la ciudad (Prada, Gucci…), así como restaurantes de gran categoría e interesantes librerías. Y para los bolsillos más modestos encontraremos un MacDonald´s, lujoso por fuera pero con los mismos precios económicos de siempre en su interior.

Interior Galleria Vittorio Emanuele II


Por último, si quieres seguir la tradición, písale los testículos al toro realizado en mosaico que se encuentra bajo la cúpula central. Se supone que te dará buena suerte.

4.     Teatro alla Scala.

Cruzando la galería anterior desde la plaza del Duomo llegaremos a la plaza de la Scala. En ella están ubicados dos importantes edificios: el ayuntamiento (Palacio Marino) y el Teatro alla Scala, uno de los más famosos del mundo en lo que a óperas se refiere. Admirar una ópera en este teatro requeriría de una planificación con tiempo, pero podemos visitar su interior entrando al museo del teatro. Además de admirar una colección de pinturas, objetos curiosos (como un relicario con un mechón de Mozart) y trajes utilizados en diferentes obras, el recorrido nos enseñará el vestíbulo, los palcos privados y el elegante auditorio de madera y terciopelo rojo.

5.     Castillo Sforzesco.

Junto a la catedral es el edificio más importante de Milán. Su visita debe ser obligada pues es uno de los edificios más originales que encontraremos. Fue sede de la corte de la familia de los Sforza, la cual dotó al castillo original del siglo XIV de todo el glamour que destilaban las cortes renacentistas. No obstante, el paso del tiempo hizo que sufriera numerosos derribos y destrucciones, llevándolo casi a la ruina en el siglo XIX. Afortunadamente, en 1880 se decidió reconstruirlo, tomando el actual aspecto. Visitar el amplio patio del castillo, recorrer sus murallas y sus torres son suficiente excusa para acercarse a este lugar. Pero además, en el interior del enorme palacio tienen cabida múltiples museos de variados temas. Seguro que alguno nos interesará. Su visita es cómoda, por lo reducido de cada exposición, y muy asequible a los bolsillos (precio casi simbólico de 3).

Patio interior del castillo Sforzesco


Particularmente me encantó el Museo Egipcio, la Pinacoteca (realmente extensa y con autores conocidos por el gran público), el Museo de Prehistoria y Protohistoria (aquí reconozco cierta deformación profesional) y el Museo de Arte Antiguo. En este último lugar podréis encontrar la obra inacabada de Miguel Ángel llamada Pietà Rondanini.

6.     Cenacolo Vinciano.

Una de las obras más famosas y universales del genial Leonardo da Vinci es su fresco de La Última Cena. Bueno, en realidad no se trata de un fresco típico, sino de un mural al temple realizado sobre yeso, lo que posibilitó a da Vinci una mayor libertad en la ejecución de las figuras. No obstante, esto fue en detrimento de su conservación, mucho más sensible a los cambios de humedad y temperatura. Hoy día podemos admirarlo en el interior del convento de los dominicos de Santa Maria delle Grazie, aunque deberemos planificar la visita con antelación.

Debido a la fama de esta obra a raíz de libros best seller sobre da Vinci, la visita al Cenáculo es multitudinaria cada año. Por tanto, las autoridades han ideado un sistema de reservas para poder visitar la obra de arte sin grandes masificaciones. Pero las limitaciones en la entrada hacen que los pases se agoten con varios meses de antelación. Por tanto, si deseas visitar este lugar reserva rápido tu entrada en esta página.

En mi opinión, pagar más de 10por ver esta obra, en un máximo de 15 minutos, me parece un placer demasiado sibarita. Máxime, cuando se encuentra reproducida, con gran detalle técnico, en multitud de libros de arte. En este enlace os dejo una imagen del Cenáculo con gran definición.

No obstante, para todos aquellos que necesitan decir: “Yo estuve allí”, el lugar es visita obligada y no deja de suponer un gran reclamo turístico para la ciudad.

El Cenáculo se basa en el Evangelio de San Juan y nos muestra justo el momento en el que Jesús dice a sus apóstoles que uno de ellos le traicionará. Por ello la agitación de la escena y la sorpresa marcada en la cara de muchos de ellos.

Y un último consejo; no os dejéis atontar por la obra de da Vinci y fijaos también en la Crucifixión de Donato Montofarno, no tan famosa pero de gran belleza artística.

7.     Ruta por las principales iglesias de la ciudad.

Milán tiene varias iglesias dignas de visitarse. Yo os voy a recomendar cuatro de ellas, pues su visita nos dará una visión muy diferente de los distintos estilos arquitectónicos en las que se realizaron. El trayecto entre ellas es muy corto y podéis realizar el trayecto en unas 2-3 horas, según lo que deseéis entreteneros en cada una.

Podemos empezar nuestro recorrido por la Iglesia-Basílica de San Lorenzo Maggiore, la más antigua de Milán. Fue construida en el siglo IV y no tiene confusión, pues justo enfrente de su entrada se conservan los restos de 16 columnas romanas del siglo III. Su antigua sobriedad contrastará enormemente con la facha de la iglesia, que nos recibe con un aire modernista (data del siglo XIX). La estatua de Constantino el grande, copia de una original romana, es lo más parecido que encontraremos de su pasado romano. Esta iglesia sufrió los avatares del tiempo de manera cruel y constante y ha tenido que ser restaurada en numerosas ocasiones. Su interior nos sorprenderá por varios motivos. En primer lugar por la sobriedad de la decoración, donde tan sólo existen elementos arquitectónicos. Por otro lado, su planta central, nos lleva al la arquitectura de las primeras iglesias del cristianismo y nos recuerda la construcción religiosa bizantina.

En su interior no debéis perderos la capilla de St. Aquilinus, de planta octogonal y con un mosaico precioso del siglo IV. En la cripta también podréis admirar materiales de la construcción antigua, obtenidos del expolio del anfiteatro local.

Si dais la vuelta a la iglesia os encontraréis con un parque a su espalda. Desde aquí podréis admirar mucho mejor el conglomerado de construcciones que forman la iglesia y, sobretodo, la bonita cúpula de estilo barroco que corona el edificio.

Recorriendo la Vía Edmondo de Amicis llegaremos, tras callejear un poco, hasta la Basílica de San Ambrosio. Esta basílica nos recibirá con su excepcional arquitectura románica, la cual sirvió de modelo para toda lña arquitectura lombarda de la zona. Para mi gusto, esta basílica es uno de los ejemplos más bellos de lo que el arte románico era capaz de realizar. Aunque la construcción original data de finales del siglo IV, la reconstrucción llevada a cabo en el siglo XI es lo que vemos actualmente.

En mi opinión, lo mejor de todo lo encontramos al situarnos en el patio de la entrada. Un enorme atrio (siglo XII) nos espera, presentándonos la entrada a la iglesia. Ésta está compuesta por dos pisos de arcadas o tribunas. La inferior tiene tres arcos que forman un conjunto con las arcadas laterales del patio. La superior tiene cinco arcos y, a diferencia de las anteriores, tienen distinta altura, en juego dinámico con el tejado. Las dos torres laterales que cierran la vista de la fachada tienen la particularidad de presentar distinta altura. La más baja tiene aspecto de fortificación (siglo VIII), mientras que la más alta, llamada de los canónigos, es bastante posterior (siglo XII). Las típicas bandas lombardas en relieve son lo más destacado de la decoración de la fachada y las torres. Este juego dinámico de la fachada, complementado con el uso de piedra y ladrillos de distintos colores, es una de las notas más destacables de la arquitectura de esta iglesia.

El interior consta de tres naves formadas por tres tramos de planta cuadrada. Las bóvedas son de crucería y en el ábside se encuentran tres capillas semicirculares escalonadas. Lo más destacable en cuanto a su decoración es el mosaico del ábside central, que representa a Cristo bendiciendo, así como el púlpito del altar. Y si bajamos a la cripta podremos ver los restos de San Ambrosio, junto con los de San Gervasio y San Protasio. Todos yaciendo con sus ricos ropajes.

Desde este lugar es muy sencillo y rápido acercarnos a Santa María delle Grazie. En el refectorio del convento anexo se encuentra el famoso Cenáculo de Leonardo da Vinci, por lo que es una buena ocasión para realizar ambas visitas juntas. De la iglesia debemos destacar muchas cosas. En primer lugar, del exterior destaca su preciosa cúpula, atribuida a Bramante. Tiene planta poligonal y se encuentra formada por dos pisos, el inferior con multitud de ventanas y el superior con una bella arcada, lo que otorga a todo el conjunto un aire de notable ligereza. De la sencilla y original fachada debemos destacar el pórtico central, con columnas de mármol que contrastan con el ladrillo de la edificación.

Santa María delle Grazie


El interior es de estilo gótico, con tres naves que potencian la horizontalidad. Son destacables sus numerosos frescos, repartidos por sus muchas capillas. El más imponente es el de la “Storie della Passione”. También es interesante visitar el claustro, todo un remanso de paz. Se le conoce como el claustro de las ranas, por las figuras de estos animales que decoran la fuente. Y no olvidéis admirar el fresco situado en la entrada a la sacristía, de Bramantino.

Y si os gustan los frescos y todavía tenéis ganas de visitar más iglesias no dejéis pasar, en vuestro camino hacia el centro, la Iglesia de San Maurizio al Monastero Maggiore. Su interior conserva una colección verdaderamente sorprendente de frescos del siglo XVI. La iglesia tiene la particularidad de estar dividida en dos zonas diferenciadas, una para el público y otra para las monjas.

8.     Parque Sempione.

Justo a la espalda del Castillo Sforzesco se encuentra este gran pulmón verde de Milán. La gran amplitud de la zona (47 hectáreas), el entorno del lago y las numerosas construcciones (Arco della Pace a la cabeza) que posee hacen de este lugar un sitio idílico para descansar y relajarnos.

9.     Ruta por los palacios de la ciudad.

Milán posee una rica colección de palacios cuya arquitectura nos agradará enormemente. Es habitual pasear por Florencia y admirar sus distintos palacios, pero Milán no se queda atrás en ese sentido. Os indico algunos de los que más me agradaron. La Plaza Mercanti es uno de los lugares más encantadores de la ciudad, pues conserva ese aire medieval que otras partes de la ciudad han perdido. Situada junto a la plaza del Duomo, el contraste con la anterior es notable. No obstante, guarda joyas arquitectónicas notables, como el Palazzo de la Ragione, inconfundible por su fachada de ladrillo rojo. Actualmente es sede de exposiciones temporales y tiene una pequeña muestra sobre la historia de la ciudad. En contraste con el anterior, en la misma plaza, se encuentra el Palazzo dei Giureconsulti, que posee fachada manierista y una gran torre. El Palazzo di Brera es una belleza en sí mismo, independientemente de la pinacoteca que posee en su interior y que veremos a continuación. Cerca de la plaza Scala se encuentra la Casa de los Omenoni (Vía omenoni, 3), cuya fachada posee ocho enormes esculturas. Y si buscáis un palacio con fachada barroca-rococó el Palazzo Litta es el vuestro, situado en la Vía Corso Magenta, 24. En cambio, el Palazzo Castiglioni fue construido en estilo Art-Nouveau (Vía Corso Venezia, 47).

10.                       Pinacoteca di Brera.
Creo que este recoleto museo posee una de las mejores colecciones de pintura italiana de todo el país. Al menos para mí, muchas de sus obras tienen un encanto muy especial.
Aunque su precio es un poco alto (10) os aseguro que merece la pena visitarlo. Entre todas las obras pictóricas que podréis admirar os destaco algunas de las que más me gustaron:

-         Cristo muerto, de Andrea Mantegna. El escorzo tan pronunciado con el que el artista representó al cuerpo de Cristo es uno de los más recordados en toda la Historia del Arte. Si añadimos la cruda realidad con la que nos muestra la muerte, a través de un particular juego de luces y sombras, la colocación de las figuras laterales y la mortalidad de Cristo, el conjunto de la obra es realmente único. Puede parecernos escasamente atractivo en términos sensibles, pero resulta tremendamente atractivo por la experimentación proyectiva utilizada y la plasmación, sin sentimentalismos, de la muerte de Cristo.

-         Los desposorios de la Virgen, de Rafael. Esta es una de las primeras obras del famoso artista de Urbino. Para poder descubrir todo el genio que Rafael atesoraba debemos comparar este lienzo con el realizado por su maestro El Perugino para el mismo tema. Así podremos observar como Rafael dominaba la perspectiva mucho mejor que su maestro, logrando que la obra no esté compuesta por dos partes diferenciadas, sino integrando figuras y templo superior. De hecho, el semicírculo que inscriben las figuras está en relación con la planta circular de aquél. El espacio donde se sitúa la escena está muy acotado, totalmente centralizado, para evitar posibles distracciones divergentes. La famosa curva en "S" utilizada por Perugino es ahora utilizada por Rafaél con más eleganica y naturalidad.

-         Madonna con santos y Federico de Montefeltro como donante, de Piero Della Francesca. Conocido también como la Sacra Conversión, es la obra maestra de este pintor. Representa la típica composición renacentista en donde el noble que realizaba el encargo del cuadro pedía aparecer junto a la Virgen y el Niño. En esta ocasión también se reunieron varios santos alrededor, como si estuvieran en una agradable conversación. En la obra es de destacar tanto la notable arquitectura que sirve de fondo (con clara influencia albertiniana) como las figuras, donde la Virgen es más grande que las demás. El autor siguió los principios de la perspectiva, situando el punto de fuga en la cabeza de la Virgen. El conjunto se muestra equilibrado gracias a la diagonal  que forman el niño y el orante. Los detalles cuidados de la armadura del duque Federico nos remiten a la pintura flamenca, mientras que los juegos de luces son totalmente italianos. Muchos os habréis fijado en el huevo que cuelga sobre la escena desde una vieira. Podría tratarse simplemente de un recurso para compensar la horizontalidad marcada por las cabezas de las figuras, aunque algunos han querido ver un símbolo de vida y fecundidad. Un último detalle curioso: los santos no tienen la típica aureola, ¿os habíais fijado?

-         La cena de Emaús, de Caravaggio. Este lienzo pertenece a la última etapa de Caravaggio, donde la valentía de sus primeras obras ha desaparecido. Podemos comparar esta obra con la expuesta en la National Gallery con el mismo tema. De esta forma podremos fijarnos que ahora Caravaggio es más comedido en su representación. Los rostros no reflejan tanta sorpresa, el ambiente es más intimista y la decoración general, más realista y pobre. 

Para informarse sobre la pinacoteca y tener una idea de las obras que encontraremos os recomiendo estos dos enlaces:




Si queréis planear vuestro viaje a Milán os dejo unos cuantos enlaces donde podréis hacerlo fácilmente:


Respecto al alojamiento, yo os recomiendo el Hotel Canadá. http://www.canadahotel.it
Un tres estrellas que nada tiene que envidiar a uno superior.

Y, por último, un plano turístico de Milán, para que podáis planear vuestra estancia.




3 comentarios:

  1. Excelente reportaje. Aportamos nuestro humilde enlace para profundizar en el maravilloso mural de Leonardo Da Vinci en MIlán: http://www.laultimacenademilan.com/

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  2. En realidad era una herejía tener un Mcdonalds en el centro de la Galeria Vittorio Emanuele II, felizmente ya no existe.

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    1. Hola Gabriel, comparto tu opinión.

      Gracias por actualizar la información. Espero que el local no lo alquilaran unos chinos de todo a un euro. ;)

      Un saludo

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