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domingo, 2 de marzo de 2014

La historia del Noe bíblico relata un episodio histórico real.



El 8 de marzo de 2014 se estrena en EEUU la última película sobre la epopeya de Noé. En España deberemos esperar hasta el 4 de abril de 2014. Con el título de Noé (Noah) y con Russell Crowe como protagonista, la película dirigida por Darren Aronofsky promete ser uno de los Blockbuster del año.

Visitando páginas donde podemos visionar los primeros trailers, me han sorprendido dos cosas poderosamente. En primer lugar, en algunas de ellas se cataloga la película como de género ¡histórico! Aquí tenéis un ejemplo. 

Pensé que se trataría de una confusión, pero leyendo los comentarios de los foros me doy cuenta que la confusión, de ser tal, está sumamente extendida. Numerosas personas, no sólo aseguran que la historia de Noé es historia de verdad, sino que otorgan datos concretos: pruebas del diluvio en los hielos de Alaska, restos encontrados del arca… Ignoro de donde los obtuvieron, pero son falsos. Algunos pocos heterodoxos mencionan la tradición babilónica y el famoso Poema de Gilgamesh, aunque en muchos casos han oído campanas y no saben de qué están hablando.

Debido a lo apasionado de los debates entiendo que el asunto trasciende de su vertiente histórica y se mezcla con la religión. Yo no pretendo entrar en el terreno de lo sagrado. La religión supone creer, independientemente de las pruebas científicas. Por ello, no creo que exista necesidad para ningún creyente que nadie le demuestre sus creencias.

Ahora bien, defender, en base a la religión, que lo que cuenta la Biblia es Historia supone ignorar los avances de la ciencia histórica del siglo XX. En el siguiente artículo os voy a contar la realidad sobre la historia de Noé, la cual pudo tener un trasfondo histórico lejano pero que, en ningún caso, fue como nos contó la Biblia.


Todos conocemos, a grandes rasgos, la historia de Noé que se relata en la Biblia. La película de Aronofsky repite el relato clásico: Dios está enfadado con el ser humano debido a su actitud pecaminosa, la cual llenaba de pecado la Tierra. Noé fue el único hombre considerado bueno por Dios, razón por la cual le avisó de sus intenciones de destruir la humanidad mediante un diluvio y le ordenó construir un gran barco, el arca, donde salvar a su familia y a una pareja de cada especie animal.



La película de Aronofsky huye de las complejidades del relato bíblico y sitúa la historia en el contexto de un gran Apocalipsis ecológico, algo de mucha actualidad en los tiempos que vivimos. No pretendo analizar la película en sí, entre otras cosas, porque aún no la he podido ver. Al contrario, vamos a ocuparnos sobre la historia que cuenta, la epopeya sufrida por Noé, y la razón por la que este relato es inventado.

Hace tiempo los historiadores comenzaron a dudar sobre la historicidad de los relatos bíblicos. Desde que pudimos aproximarnos a la Historia Antigua del Próximo Oriente a través de los textos de otras culturas, pudimos comprobar que el Génesis no es un libro de Historia de ningún modo. Muchos de sus relatos son simples leyendas sin trasfondo histórico. Otros debieron tener un pasado histórico real, pero está tan alejado de la realidad que resulta difícil encontrarlo. Y otros, como los del relato de Noé son simples copias de leyendas tomadas de otras culturas.

Muchos conoceréis la Epopeya de Gilgamesh. Es uno de los relatos literarios más importantes de la cultura babilónica. De hecho, es el texto más amplio que conocemos de aquella cultura. Inicialmente fue datado en el siglo VII a.C., pero luego se comprobó que el relato ya existía en el siglo XVIII a.C. Además, lo encontramos traducido a numerosas lenguas antiguas. Estamos, seguramente, ante el primer gran éxito literario de la Historia.

El éxito tan enorme y prolongado de este texto proviene de su contenido. En él se narra la historia de Gilgamesh, héroe mítico de la ciudad de Uruk. Y en esta historia es un hombre el protagonista, con sus miedos, esperanzas, alegrías y miserias. Cuenta historias fantásticas, pero las complementa con pasiones humanas muy habituales y conocidas por todos. Por primera vez el hombre es protagonista y el relato fantástico, lleno de dioses y criaturas extraordinarias, es el trasfondo.

Dentro de la Epopeya de Gilgamesh, una de las historias que nos cuenta trata sobre el episodio del Diluvio narrado en el Génesis. Para no liaros con la cronología os diré que las últimas investigaciones sobre el Génesis apuntan a que se escribió en torno al siglo V a.C. Por tanto, el relato del Diluvio bíblico es bastante más posterior que el relato babilónico.

El descubrimiento del relato del Diluvio se produjo en el siglo XIX. Concretamente, el día 3 de diciembre de 1862, George Smith anunció el hallazgo en la Sociedad Inglesa de Arqueología Bíblica. La tablilla donde aparecía este relato (tablilla XI) era una parte de una historia mucho mayor, compuesta de doce cantos y que nos mostraban la Epopeya vivida por Gilgamesh. La tablilla fue encontrada en la biblioteca del rey asirio Asurbanipal, en su palacio de Nínive (siglo VII a.C.).

Los historiadores han podido traducir la tablilla donde aparece la historia del Diluvio, encontrando numerosas semejanzas con el relato bíblico. De hecho, en el mundo científico, nadie duda sobre que el origen del relato del Génesis bebe directamente de la fuente babilónica. Varios son los puntos en común que sustentan tal afirmación.

·        La causa del Diluvio es un castigo divino contra la humanidad. Mientras que en el Génesis Yahvé decide acabar con la humanidad porque “la tierra estaba corrompida y colmada de inquinidad”. En el relato babilónico cinco dioses deciden destruir la humanidad por razones similares. Esta conclusión la obtenemos al leer la súplica que hace Ea, dios contrario a la decisión, a Enlil, el dios que llevó la voz cantante en la decisión: “no permitas que mueran todos los hombres por los pecados de algunos”.

·        Existe un aviso secreto al protagonista del relato. Yavhé, arrepentido en parte por su decisión, avisó a Noé, el único hombre justo. Estableció una alianza con él y le ordenó construir una gran arca donde salvar a toda su familia. En el relato babilónico es Ea, el dios disconforme con la decisión, quién habla indirectamente a Utnapishitim (el Noé caldeo) a través de su cercado, pidiéndole que construya un barco.

·        En ambos relatos el protagonista construye un gran barco, el arca. El Génesis nos informa que tenía una longitud de 300 codos, una anchura de 50 y una altura de 30, estando dividida en tres pisos. El relato babilónico es más preciso en datos: nave cuadrangular con 6 cubiertas, de 3.600 m² de extensión y 60 m de altura.

·        Embarcación de animales. En ambos relatos Noé y Utnapishitim, además de embarcar a sus familias, embarcaron a multitud de animales. Se suele pensar que Noé embarcó una pareja de cada animal, pero en realidad esa es sólo una de las dos versiones que conocemos del Diluvio israelí. Es el llamado relato Sacerdotal (reconocible porque nombra a dios como Elohim). En el relato llamado Yahvista (aquí dios es Yahvé) Noé embarcó siete parejas de cada animal puro y una pareja de cada animal impuro. Ambos relatos fueron fundidos en el siglo V a.C. quedando el Génesis como lo conocemos actualmente.

·        Duración del Diluvio. Aquí las divergencias son notables. 6 días y 7 noches para el relato babilónico, un año para el relato Sacerdotal y 40 días con sus respectivas noches para el Yahvista. En todo caso se trataban de lluvias especialmente prolongadas.

·        Tras finalizar el Diluvio el arca se posó sobre un monte. En el relato del Génesis los expertos han deducido que se trató del monte Ararat, aunque en este sentido no existe unanimidad actualmente. El realto babilónico nos dice que se posó sobre el monte Nimush.

·        Utilización de aves para comprobar si existía tierra seca. El Génesis cuenta como Noé utilizó primero un cuervo y luego una paloma. De nuevo estamos ante dos versiones fundidas, esta vez por el método de añadir al relato final ambas versiones de pájaro. En el relato babilónico se utiliza un cuervo, una golondrina y una paloma, que ya no regresará.

·        El final del relato termina con una recompensa para el héroe. Noé y sus hijos son bendecidos por Yahvé para volver a poblar la tierra. Utnapishitim, por su parte, recibe el regalo de la inmortalidad junto con su esposa.

El poema de Gilgamesh se encuentra fácilmente en Internet. Aquí os dejo uno de los muchos enlaces desde donde podéis consultarlo y descubrir el relato babilónico del diluvio. 

Pero el relato del Diluvio tiene un pasado mucho más antiguo que el relato creado por los poetas de Babilonia. De hecho, la Epopeya de Gilgamesh se creó de forma muy parecida a como lo hizo la Biblia. Varias partes del relato provenían de poemas más antiguos. Algunos fueron copiados e introducidos sin más modificación en el relato babilónico. En otros casos, los poemas fueron modificados para hacerlos coincidir con el relato general. En todo caso, la conjunción de todos los poemas antiguos en una nueva historia de tal profundidad como la de Gilgamesh ya supone todo un hito literario importante.

El relato del Diluvio provenía, concretamente, de la cultura sumeria. El descubridor de tal hallazgo fue Arno Poebel en 1914. Este investigador encontró, entre las tablillas pertenecientes a los restos de Nippur, un fragmento donde se relataba la historia de un diluvio. De hecho, es la versión más antigua que conocemos actualmente.

Lamentablemente, la tablilla está muy deteriorada y sólo conservamos unos pocos fragmentos del relato. Son, no obstante, suficientes para asegurar que esta fue la base del relato babilónico.



Aquí el Noé sumerio se llama Ziusudra, un rey piadoso temeroso de los dioses. Mediante una revelación divina recibe el mensaje de que se acerca la destrucción de la humanidad, decretada por una asamblea de dioses. La siguiente parte, en la cual nuestro héroe recibiría las instrucciones para realizar su barco, están perdida. El relato vuelve a ser legible en el momento en el cual la Tierra se sumerge entre la aguas, estando en ese estado durante siete días y siete noches (igual duración que el relato babilónico posterior). Será el dios del sol Utu quien disperse las aguas. Aquí existe un notable diferencia con los relatos posteriores, pues el Noé sumerio no utilizó ningún pájaro para comprobar la retirada de las aguas. Ziusudra mostró sus respetos  al dios Utu mediante sacrificios. De nuevo tenemos una laguna en el texto. Cuando retomamos el relato Ziusudra es premiado con la deificación, viviendo a partir de entonces como un dios (igual recompensa que más tarde tendrá Utnapishitim, el Noé babilónico).

Teniendo en cuenta todo lo anterior resulta imposible sostener que el relato bíblico nos narre el hecho histórico tal como sucedió. En principio, porque no utilizó una fuente escrita original para narrarlo, sino una fuente literaria de una cultura que, a su vez, tampoco fue testigo de los hechos. Los escribas babilónicos tomaron el relato del Diluvio de un poema sumerio más antiguo aún. Ahora cabe preguntarse, ¿nos relata este texto sumerio un hecho real?

Muchos investigadores han intentado, sin éxito, demostrar la historicidad directa de la Biblia. Otros, han intentado demostrar una historicidad indirecta, como demostrar la historicidad del Diluvio sumerio. Los textos babilónicos son más esclarecedores en cuanto a localizaciones geográficas, lo que animó a muchos arqueólogos a intentar buscar evidencias de un diluvio.

Las conclusiones obtenidas son dos:

1.     El relato diluvio pudo tener un trasfondo histórico real en un lugar geográfico muy concreto. Por supuesto, la tradición oral del suceso hasta su transcripción escrita deformó tanto el relato que tan sólo podemos tener la certeza de un desastre natural relacionado con el agua. La última hipótesis defendida sobre el tema se la debemos a los geólogos Ryan y Pitman, quienes aseguran que el relato se basó en una inundación catastrófica del Mar Negro hacia el final de la era glaciar (5.500 a.C.). La catástrofe ha sido demostrada, pero asegurar que el relato del diluvio proviene de este hecho es salirnos de la ciencia histórica.

2.     No existen pruebas que sostengan un diluvio universal.

Este último punto merece una explicación científica, pues la pseudociencia de Internet siempre ha defendido la universalidad del diluvio en base a la repetición de la historia en culturas muy alejadas entre sí. En efecto, resulta que tenemos equivalentes de Noé dispersos por toda la geografía mundial: Svayambhuva Manu en la India, Deucalión en Grecia, Nu-wah en China… Y los dioses que provocaron diluvios para purificar la Tierra también se cuentan por decenas: Viracocha entre los Incas, Chalchitlicue entre los Mexicas, Caicai Vilu entre los amerindios mapuche…

Ahora bien, esta teoría del diluvio universal se desmonta fácilmente mediante dos sencillas afirmaciones:

-         La cultura egipcia es, junto a la mesopotámica, una de las más antiguas de la Tierra. La existencia de un diluvio universal hubiera sido recogida en su mitología de la misma manera que lo fue en la mesopotámica, de haber existido en su tierra. Pero resulta que la mitología egipcia no tiene nada parecido a un diluvio universal. Por tanto, no en todos los lugares hubo un diluvio.

-         Las catástrofes naturales relacionadas con el agua fueron habituales en la antigüedad. Debemos tener en cuenta que el ser humano necesita agua para vivir y la mejor manera de obtenerla en abundancia es en los ríos. Por ello, hasta época romana, cuando los ingenieros podían llevar el agua hasta donde quisieran gracias a los acueductos, las principales aglomeraciones humanas se encontraban junto a los ríos. Y los ríos tienen la mala costumbre de desbordarse periódicamente. Generalmente relacionado con épocas de intensas lluvias. Por tanto, una destrucción por inundación tras copiosas lluvias entra dentro de lo posible en distintos lugares del planeta, sin que ello demuestre la existencia de un diluvio universal. Además, esta segunda hipótesis explica la primera, pues el Nilo, el “don de Egipto”, resulta tener las crecidas más controladas de todos los ríos del planeta. Una vez conocido su proceso anual era lógico que los egipcios no se dejaran sorprender por crecidas imprevistas. Y, tal vez por ello, los egipcios no tuvieron necesidad de recordar, mediante su mitología, un desastre como el que recordaron otras culturas.

Como conclusión final quedaros con esta afirmación: la película sobre Noé es una película de ficción, de aventuras, de drama e incluso épica, pero en ningún modo es histórica.

Y para ir abriendo boca mientras llega a España aquí os dejo un trailer de la película que  seguro os animará a verla.






FUENTES:

KRAMER, S.N.: La Historia empieza en Sumer. Ediciones Orbis S.A. 1985. En la red: http://www.mioasis.org/LIBROS/La%20Historia%20Empieza%20en%20Sumer-%20%20Kramer,%20S.%20N.pdf

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