martes, 17 de junio de 2014

Día 5: Jueves 17 junio 2010 Palas del Rei-Arzúa



Esta etapa es la más larga de Galicia, con casi 33 Km. de recorrido, y una de las más duras, pues tiene muchos tramos rompepiernas. Dejamos Lugo al inicio del recorrido para entrar en A Coruña, lo que supondrá un cambio en el paisaje bastante importante. Ya podemos olvidarnos de los frondosos caminos boscosos. Ahora pisaremos más carretera y atravesaremos más localidades de mediano tamaño.


Resulta increíble como te metes en el saco de dormir siendo una auténtica piltrafa humana y amaneces con las fuerzas renovadas. Esta recuperación del cuerpo me sorprendió tanto como la primera vez que observé la diferencia entre la marea alta y baja en las costas del norte peninsular.

Salimos de Palas doloridos, aunque bastante animados. El trayecto hasta Melide (unos 15 Km.), famosa por sus pulperías, fue fácil y muy distinto a lo que veníamos haciendo. De senderos boscosos pasamos a vegetación pardusca y a un camino junto a la carretera. El único atractivo que tiene es el paso por algunas aldeas con encanto, como Leboreiro o Furelo, las cuales poseen preciosas iglesias románicas. Como curiosidad comentar que enfrente de la iglesia de Santa María de Leboriro encontrareis una especie de gran cesto realizado con palos de madera y cubierto con paja a modo de tejado. Es uno de los famosos “Cabazos”, unos canastos típicos de la zona utilizados para conservar el maíz.

Iglesia de Leboreiro


Llegamos a Melide muy animados y descansados. Tal vez demasiado, pues hubiera sido bueno parar allí. Pero era muy temprano y teníamos suficientes fuerzas para continuar, o eso creíamos entonces. Compramos comida y proseguimos nuestro camino.

Esta segunda parte de la etapa no tiene nada que ver con la anterior, pues es sumamente dura. Toda esta zona es un rompepiernas, con subidas y bajadas constantes. Tan sólo visitar la iglesia de Santiago en Boente nos supuso algo de esparcimiento. Un paréntesis entre tanto sufrimiento. Ver el altar de Santiago nos da fuerzas para seguir, aunque ya estábamos muy cansados.

Hasta llegar a Ribadiso (aproximadamente en los 28 Km. de etapa) sufrimos todo lo que se puede sufrir: calor sofocante sin sombras donde poder cobijarnos, bajadas pronunciadas…, pero lo peor fue llegar al albergue y encontrarlo lleno. ¡Otra vez! Se nos cayó el alma a los pies. Y precisamente nuestros pies apenas podían dar un paso más.

Tras asumir la situación no nos quedó más remedio que afrontarla. Sólo teníamos la opción de avanzar hasta Arzúa para lograr encontrar alojamiento. Nos separaban sólo unos 3 kilómetros, pero era a pleno sol y en subida. De nuevo tuvimos que realizar el último trayecto del día como auténticos “caminantes” de Walking Dead.

Arzúa es una ciudad muy grande, con muchos albergues, pero a las 16:30h, momento en el que conseguimos llegar, no había sitio en ninguno. Afortunadamente, los encargados del albergue “Vía Lactea” nos colocaron en un piso privado, el cual compartimos con una pareja de ciclistas y una chica extranjera. Por 24 teníamos una habitación para nosotros solos. ¡No lo podíamos creer! La habitación era peregrina: 2 camas con 2 sillas y una ventana. No necesitábamos mucho más.

El piso tenía cocina por lo que fuimos a realizar la compra a un supermercado Froiz y compramos todo lo necesario para cenar y desayunar a lo grande.

En esta ocasión, nuestro cansancio era tal que no pudimos visitar esta localidad. Con asearnos, curar las ampollas, medicarnos con “nolotil” y aplicarnos “voltaren” en las rodillas tuvimos más que suficiente.

En total debimos caminar unos 35 Km. en total. Una etapa “cortita” nos dijeron el día anterior. Sin excesos. ¿No quieres caldo? Pues toma dos tazas.


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